La Programación Neurolingüística o
todo lo que necesitas saber para alcanzar el éxito.
El enunciado con el que encabezo este artículo habla por sí mismo. De todas maneras, comparto de
primera mano lo que persigue la PNL según una de las muchas webs donde se ofertan
cursos para su aprendizaje:
“La
PNL es una formación integral que cubre todo lo que necesitas saber para
alcanzar el éxito (y ayudar a otros a tenerlo) en cualquier área de la vida: en
los negocios, en las relaciones de pareja, en las carreras universitarias…” [1]
Habéis
entendido bien, la Programación Neurolingüística recoge un conjunto de métodos
y técnicas destinados a ser aplicados en la vida cotidiana con el objetivo de mejorarnos a nosotros mismos en
prácticamente cualquier aspecto de la vida. Desde esta perspectiva, tus
aptitudes no suponen una limitación para alcanzar el éxito que deseas porque,
en palabras de los mismos creadores de la PNL: “Si
alguien es capaz de hacerlo, cualquiera puede aprender a hacerlo”.
Pero la PNL no abarca tan solo un conjunto de
métodos enfocados a potenciar el desarrollo personal sino que también se considera una forma de aplicar
psicoterapia para tratar una amplia gama de problemas de naturaleza muy
distinta: desde fobias o depresión hasta alergias e incluso gripe común. [2]
¿Cuál es el origen de esta disciplina?
El origen de
la PNL se lo debemos a un lingüista y un psicólogo (J.
Grinder y R. Bandler,
respectivamente), a quienes se les ocurrió en la década de los 70 (coincidiendo
con el movimiento New Age que supuso el inicio de un gran número de otras
pseudoterapias y movimientos centrados en el desarrollo personal) la utópica idea de que el cerebro se
puede reprogramar. Concretamente,
elaboraron una teoría en la que, basándose en una relación entre neurología y
lingüística, se propone que la interacción entre ambas puede utilizarse para
programar la mente y la conducta. Desde este punto de vista, el cerebro es un ordenador que viene sin
instrucciones y que podemos programar a nuestro antojo aplicando las
técnicas de PNL.
Pero, ¿en qué consiste concretamente la Programación Neurolingüística?
Pero, ¿en qué consiste concretamente la Programación Neurolingüística?
Quizás esta
sea la pregunta más difícil de contestar por la sencilla razón de que la PNL no
es descrita de forma consensuada. Esta ambigüedad probablemente se la debamos a
la incapacidad de la disciplina para establecerse como ciencia formal,
desembocando en una diversificación teórica entre sus
distintos adeptos, quienes acaban defendiendo unos principios y rechazando otros.
Sin embargo, todos confluyen en una serie de axiomas que se erigen como los
pilares sobre los que se fundamenta la PNL.
Los más
importantes son los siguientes:
El mapa no es el territorio
Esta metáfora
viene a decir que la interpretación que obtenemos de la realidad es una concepción
subjetiva de esta, algo que en cierto modo es correcto. Podemos considerar que efectivamente la manera en que
evaluamos una misma situación puede diferir enormemente de una persona a otra ya que nuestros conocimientos, motivaciones, emociones y sistema de
creencias son muy variadas y las responsables de construir nuestras interpretaciones. Sin embargo, la PNL dramatiza da un paso más y asegura que no es posible el conocimiento
objetivo del mundo exterior y que cada uno de nosotros crea una realidad
personal y subjetiva.
Esta
hipótesis, por motivos obvios, es fácilmente falsada porque las características del mundo exterior y de sus fenómenos o de nuestras aptitudes son independientes de las creencias y representaciones subjetivas. El puro hecho de forzarnos a creer en un extraordinario talento todavía sin pulir no garantiza su existencia de la misma manera que no creer en una realidad independiente no impide que la ciencia encuentre en los
fenómenos naturales regularidades objetivas.
El sistema de representación sensorial
Según la PNL, la representación interna de cada persona (su concepción de la realidad) depende
de la modalidad sensorial predominante que emplea para percibir y relacionarse
con su entorno. Es decir, existen
personas con unas características inherentes a un sistema de representación
sensorial concreta que influye en su forma de pensar y por tanto, de actuar.
Los
programadores neurolingüísticos disponen de varias maneras de
identificar estas predisposiciones. Por ejemplo, las personas que mantienen una
preferencia sensorial con el sistema visual tienden a decir: “veo lo que
quieres decir” o “tengo memoria fotográfica”; mientras que los que la tienen por
el auditivo optan por “me suena lo que dices” y los del kinestésico: “tus palabras me han llegado al corazón” o “me he
quitado un peso enorme de encima”.
Sin embargo, la PNL no se limita a inferir la supuesta
preferencia sensorial arraigada en cada uno de nosotros analizando nuestro
vocabulario sino que ha establecido una
amplia gama de disposiciones o conductas a partir de las que se puede
identificar. A continuación muestro en la tabla una compilación de
conductas que la relaciona con cada modalidad.
¿Y esto para qué sirve?
Desde la
perspectiva del desarrollo personal, la PNL propone que hay personas que perciben mejor el mundo a través de las señales
relacionadas con el sentido de la vista mientras que otras lo hacen a través de
las del olfato y del tacto. De esta manera, la idea es que si focalizamos
la atención en la experiencia de nuestra modalidad sensorial preferente nuestra
capacidad para comprender a los demás y valorar las situaciones será mucho
mejor. También se argumenta que la
comunicación será más eficaz si interactuamos utilizando palabras, posturas,
gestualizaciones e incluso movimientos oculares propios de la modalidad
sensorial del receptor. El objetivo es adaptar nuestro discurso a sus
preferencias y resultar más persuasivos
o convincentes.
Esta es la
principal razón por la que la PNL se ha erigido en el mundo de los negocios
como una técnica empresarial de liderazgo y de marketing enfocada a influenciar a los
consumidores. [3] Sin embargo y a pesar de lo atractivo que todo esto suena, no he sido capaz de encontrar
una sola referencia científica que haya estudiado esta hipótesis. Parece tratarse, más bien, de una idea producto del sentido común que a muchos les ha resultado verosímil y nada más.
Por otra
parte, desde el punto de vista terapéutico, “las
palabras que usamos reflejan la percepción interna e inconsciente de nuestros
problemas. Si estas palabras y percepciones son inadecuadas y las seguimos
utilizando, los problemas persistirán”. Por tanto, el trabajo del programador
neurolingüístico será el de adecuar el lenguaje y enfocar la percepción del
paciente a su sistema de representación sensorial preferente. [4] En este caso, tampoco hay evidencia empírica disponible
que asegure que nuestro vocabulario influye inconscientemente en nuestro estado afectivo (quizás alguno de priming, quién sabe). De hecho, tampoco existe, siquiera, una teoría neurológica que pretenda dar
credibilidad a la creencia de que modificar nuestra habla tiene el poder de “reprogramar” nuestro
cerebro.
El estudio del comportamiento y la
personalidad según la PNL
Los adeptos
de la PNL también confían en la posibilidad de leer los pensamientos, averiguar
los estados de ánimo y sonsacar la personalidad de las personas a través del análisis de su expresión corporal. De alguna
manera, podríamos considerar al
programador neurolingüístico como un psicografólogo que en vez de analizar los
trazos de escritura, lo que estudia son la postura, los gestos, el lenguaje y
en definitiva, cualquier acto manifiesto que presuntamente delate las
características intrínsecas del emisor. Por ejemplo, la forma en que una
persona se toca la nariz durante una conversación podría significar que le apestan las ideas de su interlocutor o
el cruzamiento de los brazos, que se ha puesto a la defensiva.
Tampoco he encontrado referencias que acrediten tales afirmaciones.
Lo que esconden los movimientos
oculares
Según la PNL,
la dirección u orientación de los ojos tiene un sentido. No es lo mismo
mantener la vista alzada que gacha ni tampoco dirigirla a una u otra dirección.
Desde la PNL
se defiende que si mientras hablamos
con alguien levantamos la mirada y la
dirigimos hacia la derecha, estamos creando nueva información o mintiendo; y
por el contrario, si esta apunta hacia arriba y a la izquierda, estamos
recuperando información de nuestra memoria. Esta hipótesis ha sido
rechazada en numerosas ocasiones (Weisman et al. 2012) como también se ha rechazado la creencia de que los mismos movimientos oculares reflejan distintos tipos de procesamiento de información (Burke et al. 2003).
Hasta aquí hemos visto que el basamento sobre el que se fundamenta la PNL es acientífico o, como poco, no se sostiene sobre ningún tipo de evidencia empírica. En una próxima entrada continuaré explicando los mecanismos o métodos empleados en programación neurolingüística y lo absurdo que resultan desde una perspectiva científica.
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