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sábado, 11 de julio de 2015

Refutando la Programación Neurolingüística (PNL) 1ª Parte

La Programación Neurolingüística o todo lo que necesitas saber para alcanzar el éxito.

El enunciado con el que encabezo este artículo habla por sí mismo. De todas maneras, comparto de primera mano lo que persigue la PNL según una de las muchas webs donde se ofertan cursos para su aprendizaje:
“La PNL es una formación integral que cubre todo lo que necesitas saber para alcanzar el éxito (y ayudar a otros a tenerlo) en cualquier área de la vida: en los negocios, en las relaciones de pareja, en las carreras universitarias…” [1]


Habéis entendido bien, la Programación Neurolingüística recoge un conjunto de métodos y técnicas destinados a ser aplicados en la vida cotidiana con el objetivo de mejorarnos a nosotros mismos en prácticamente cualquier aspecto de la vida. Desde esta perspectiva, tus aptitudes no suponen una limitación para alcanzar el éxito que deseas porque, en palabras de los mismos creadores de la PNL: “Si alguien es capaz de hacerlo, cualquiera puede aprender a hacerlo”.

Pero la PNL no abarca tan solo un conjunto de métodos enfocados a potenciar el desarrollo personal sino que también se considera una forma de aplicar psicoterapia para tratar una amplia gama de problemas de naturaleza muy distinta: desde fobias o depresión hasta alergias e incluso gripe común. [2]

¿Cuál es el origen de esta disciplina?

El origen de la PNL se lo debemos a un lingüista y un psicólogo (J. Grinder y R. Bandler, respectivamente), a quienes se les ocurrió en la década de los 70 (coincidiendo con el movimiento New Age que supuso el inicio de un gran número de otras pseudoterapias y movimientos centrados en el desarrollo personal) la utópica idea de que el cerebro se puede reprogramar. Concretamente, elaboraron una teoría en la que, basándose en una relación entre neurología y lingüística, se propone que la interacción entre ambas puede utilizarse para programar la mente y la conducta. Desde este punto de vista, el cerebro es un ordenador que viene sin instrucciones y que podemos programar a nuestro antojo aplicando las técnicas de PNL.

Pero, ¿en qué consiste concretamente la Programación Neurolingüística?

Quizás esta sea la pregunta más difícil de contestar por la sencilla razón de que la PNL no es descrita de forma consensuada. Esta ambigüedad probablemente se la debamos a la incapacidad de la disciplina para establecerse como ciencia formal, desembocando en una diversificación teórica entre sus distintos adeptos, quienes acaban defendiendo unos principios y rechazando otros. Sin embargo, todos confluyen en una serie de axiomas que se erigen como los pilares sobre los que se fundamenta la PNL.
Los más importantes son los siguientes:

El mapa no es el territorio

Esta metáfora viene a decir que la interpretación que obtenemos de la realidad es una concepción subjetiva de esta, algo que en cierto modo es correcto. Podemos considerar que efectivamente la manera en que evaluamos una misma situación puede diferir enormemente de una persona a otra ya que nuestros conocimientos, motivaciones, emociones y sistema de creencias son muy variadas y las responsables de construir nuestras interpretaciones. Sin embargo, la PNL dramatiza da un paso más y asegura que no es posible el conocimiento objetivo del mundo exterior y que cada uno de nosotros crea una realidad personal y subjetiva.



Esta hipótesis, por motivos obvios, es fácilmente falsada porque las características del mundo exterior y de sus fenómenos o de nuestras aptitudes son independientes de las creencias y representaciones subjetivas. El puro hecho de forzarnos a creer en un extraordinario talento todavía sin pulir no garantiza su existencia de la misma manera que no creer en una realidad independiente no impide que la ciencia encuentre en los fenómenos naturales regularidades objetivas.

El sistema de representación sensorial

Según la PNL, la representación interna de cada persona (su concepción de la realidad) depende de la modalidad sensorial predominante que emplea para percibir y relacionarse con su entorno. Es decir, existen personas con unas características inherentes a un sistema de representación sensorial concreta que influye en su forma de pensar y por tanto, de actuar.

Los programadores neurolingüísticos disponen de varias maneras de identificar estas predisposiciones. Por ejemplo, las personas que mantienen una preferencia sensorial con el sistema visual tienden a decir: “veo lo que quieres decir” o “tengo memoria fotográfica”; mientras que los que la tienen por el auditivo optan por “me suena lo que dices” y los del kinestésico: “tus  palabras me han llegado al corazón” o “me he quitado un peso enorme de encima”.

Sin embargo, la PNL no se limita a inferir la supuesta preferencia sensorial arraigada en cada uno de nosotros analizando nuestro vocabulario sino que ha establecido una amplia gama de disposiciones o conductas a partir de las que se puede identificar. A continuación muestro en la tabla una compilación de conductas que la relaciona con cada modalidad.


¿Y esto para qué sirve?

Desde la perspectiva del desarrollo personal, la PNL propone que hay personas que perciben mejor el mundo a través de las señales relacionadas con el sentido de la vista mientras que otras lo hacen a través de las del olfato y del tacto. De esta manera, la idea es que si focalizamos la atención en la experiencia de nuestra modalidad sensorial preferente nuestra capacidad para comprender a los demás y valorar las situaciones será mucho mejor. También se argumenta que la comunicación será más eficaz si interactuamos utilizando palabras, posturas, gestualizaciones e incluso movimientos oculares propios de la modalidad sensorial del receptor. El objetivo es adaptar nuestro discurso a sus preferencias y resultar más persuasivos o convincentes.

Esta es la principal razón por la que la PNL se ha erigido en el mundo de los negocios como una técnica empresarial de liderazgo y de marketing enfocada a influenciar a los consumidores. [3] Sin embargo y a pesar de lo atractivo que todo esto suena, no he sido capaz de encontrar una sola referencia científica que haya estudiado esta hipótesis. Parece tratarse, más bien, de una idea producto del sentido común que a muchos les ha resultado verosímil y nada más. 

Por otra parte, desde el punto de vista terapéutico, “las palabras que usamos reflejan la percepción interna e inconsciente de nuestros problemas. Si estas palabras y percepciones son inadecuadas y las seguimos utilizando, los problemas persistirán”. Por tanto, el trabajo del programador neurolingüístico será el de adecuar el lenguaje y enfocar la percepción del paciente a su sistema de representación sensorial preferente. [4] En este caso, tampoco hay evidencia empírica disponible que asegure que nuestro vocabulario influye inconscientemente en nuestro estado afectivo (quizás alguno de priming, quién sabe). De hecho, tampoco existe, siquiera, una teoría neurológica que pretenda dar credibilidad a la creencia de que modificar nuestra habla tiene el poder de “reprogramar” nuestro cerebro.

El estudio del comportamiento y la personalidad según la PNL

Los adeptos de la PNL también confían en la posibilidad de leer los pensamientos, averiguar los estados de ánimo y sonsacar la personalidad de las personas a través del análisis de su expresión corporal. De alguna manera, podríamos considerar al programador neurolingüístico como un psicografólogo que en vez de analizar los trazos de escritura, lo que estudia son la postura, los gestos, el lenguaje y en definitiva, cualquier acto manifiesto que presuntamente delate las características intrínsecas del emisor. Por ejemplo, la forma en que una persona se toca la nariz durante una conversación podría significar que le apestan las ideas de su interlocutor o el cruzamiento de los brazos, que se ha puesto a la defensiva.
Tampoco he encontrado referencias que acrediten tales afirmaciones.

Lo que esconden los movimientos oculares

Según la PNL, la dirección u orientación de los ojos tiene un sentido. No es lo mismo mantener la vista alzada que gacha ni tampoco dirigirla a una u otra dirección.
Desde la PNL se defiende que si mientras hablamos con alguien levantamos la mirada y la dirigimos hacia la derecha, estamos creando nueva información o mintiendo; y por el contrario, si esta apunta hacia arriba y a la izquierda, estamos recuperando información de nuestra memoria. Esta hipótesis ha sido rechazada en numerosas ocasiones (Weisman et al. 2012como también se ha rechazado la creencia de que los mismos movimientos oculares reflejan distintos tipos de procesamiento de información (Burke et al. 2003).



Hasta aquí hemos visto que el basamento sobre el que se fundamenta la PNL es acientífico o, como poco, no se sostiene sobre ningún tipo de evidencia empírica. En una próxima entrada continuaré explicando los mecanismos o métodos empleados en programación neurolingüística y lo absurdo que resultan desde una perspectiva científica.

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