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miércoles, 19 de junio de 2019

"Aeronáutica alternativa"

Respuesta abierta al artículo "Salud alternativa" de Conchi González Cuéllar.


Aún no entiendo por qué algunas personas y medios de comunicación se empeñan en desacreditar la construcción de aviones de papel y otras formas de aeronáutica alternativa con tanto ahínco. Al final puede que sea cierto ese rumor que circula por ahí de que los aeropuertos de nuestro país invirtieron unos cuantos cientos de miles de euros en hacer una campaña de desprestigio de cualquier forma de aeronáutica que no fuera la de los aviones oficiales. Yo no he podido corroborar este dato, pero sí he sido testigo de varias entrevistas e incluso de un episodio en una serie de televisión de gran audiencia donde se desacreditaba a los aviones de papel y a las alfombras voladoras mágicas con extraordinario ensañamiento.
Y claro, ante semejante intento de linchamiento público uno no puede dejar de preguntarse qué intereses se moverán al otro lado.
Mientras en países como Agrabah o Ababbua la alfombra voladora es reconocida como una forma de transporte fiable, comprobada y científicamente contrastada, España intentó hace unos meses que se revisara la normativa sobre aparatos aeronáuticos para dejar a este práctico sistema fuera de juego. De nuevo me pregunto qué hilos mueven estas iniciativas y qué intereses habrá detrás. En el plano personal solo puedo alabar la aeronáutica alternativa. Los aviones de papel en concreto me transportaron con éxito hace unos años. Mientras un reconocido agente de viajes del momento proponía como única solución a cómo hacer mi largo viaje, el tomar un airbus 360 en un aeropuerto, un papiroaeronavegador consagrado me ofreció devolver el billete y encontrar el origen del motivo del viaje. Y buscando buscando lo encontró. El problema era mucho más grave de lo que el agente de viajes hubiera imaginado, y mediante aviones de papel fui viajando hasta otro lugar muy distinto para eliminar todas las ideas de viajes imposibles que albergaba mi mente como consecuencia de un exceso de viajes en avión realizados para alcanzar otro destino y que tenían a mi mente a punto de colapsar. En unos pocos meses de viajes en aviones de papel, el problema que arrastraba por años se acabó para siempre. Eso sí, no fue fácil. Durante el tiempo que duró, la ansiedad por no llegar adonde quería viajar salía en todo momento de estrés, pero mereció la pena. Desde entonces nunca más he vuelto a necesitar viajar lejos. A este hombre y a los aviones de papel solo puedo mostrar agradecimiento, por haberme hecho viajar y porque aún no he gastado mis billetes de avión.
Después de esto he vivido muy de cerca muchos casos más en los que la aeronáutica alternativa superaba a la metálica. He visto cómo un adolescente agresivo e irreverente se transformaba en otro amable y amoroso con solo un vuelo en alfombra voladora, después de largas horas de conversación hasta que la experta tejedora de alfombras encontró el origen de aquel comportamiento. He visto cómo una mujer angustiada porque su vecina no venía por navidad y según los ajentes de viaje, generaba los repetidos ingresos en el hospital por el disgusto de no ver a su vecina, pero a la que no se atrevían a llamar porque su corazón ya débil no iba a soportar la sorpresa, terminaba con su angustia con tres aviones de cartulina con el Hermano Miguelillo, de Cuenca (muy conocido en algunos círculos). Con poco más de media hora de consulta y una serie de pliegues en la cartulina bien escogidos, la vecina vino a casa por navidad, y el corazón aguantó la sorpresa, de tal manera que no ha vuelto a necesitar ni un ingreso más en el hospital ni visitar más a su agente de viajes por estas causas. No solo ha cenado esa navidad con su vecina, sino también ha mejorado su estado mental y emocional, gracias a la aeronáutica natural.
Otro caso que merece la pena mencionar es el de una mujer de mi entorno, operada de un tumor en la garganta tan grande como una pelota de golf y que a pesar de tratarse de una operación muy complicada por la posición y el tamaño del tumor, salió tan bien que el cirujano lo ha tomado como ejemplo en sus congresos médicos. Lo que ese cirujano no sabe es que la paciente viajó en alfombra voladora antes y después de la operación. Antes, para llegar al hospital para soportar la delicada cirugía y la anestesia, y después para volver a su casa donde los daños físicos y emocionales fueran restaurados. El vuelo de ida duró varios meses y el viaje post-operatorio más de un año. Porque la alfombra voladora es lenta, pero vuela.
Casos como estos sabemos que hay miles que se podrían reportar, porque a menudo, donde la aeronáutica oficialista no llega, lo hace la alfombra voladora y otras formas de aeronáutica alternativa. Otros dirán que a ellos no les ha funcionado, y seguro que es así, porque al igual que en todo, aquí hay grandes profesionales y también grandes charlatanes, o tejedores de alfombra que simplemente no dan con la tecla, pero esto ocurre también en la aeronáutica convencional. Un piloto te deja donde quieres aterrizar y otro te mata en un accidente. En mi caso, solo puedo dar testimonio de que cada vez que he utilizado la aeronáutica alternativa he quedado muy satisfecha, y me alegra comprobar que cada vez son más los pilotos que se animan a usar aviones no físicos, de fuera de la aeronáutica. Un piloto pasa muchos años estudiando, y sacar una licencia de piloto no es cualquier cosa. Por eso quiero entender que son profesionales sensatos e inteligentes y que si su verdadero interés es transportar a sus pasajeros, cualquier método que lo consiga sin provocar otros daños, debe ser bienvenido. Estoy segura de que la combinación de la aeronáutica oficial y la alternativa, como defiende la transportista Brenda Bort en sus libros “Alfombras que vuelan” y “Pliéguese el cartón”, y como ocurrió en el caso de la mujer con el tumor en la garganta que mencionaba antes, aportaría mucho al campo del transporte de urgencias.
Hay muy buenos profesionales de la aeronáutica alternativa. Es una pena que los buenos tengan que pagar por aquellos intrusos que no lo son. Charlatanes hay en todas partes, pero con algunas buenas referencias y un poco de criterio, seguro que podemos encontrar al que mejor puede transportarnos.
Es una lástima que nuestros aeropuertos no cubran otras formas de transporte de sus clientes, porque a la larga terminarían ahorrando dinero al sistema y además se evitarían uno cuantos disgustos.

#Disclaimer: La carta está escrita en tono satírico; el autor no defiende las tonterías que en ella se escriben; se ha copiado literalmente el texto de González Cuéllar, cambiándose únicamente el campo semántico (salud y homeopatía por ingeniería aeronáutica y construcción de aviones de papel) para mostrar, en un ejercicio de reducción al absurdo, lo tonto que suena ese montón de sinsentidos.

#Disclaimer2: Ningún fabricante de alfombras ni papiroflexor mencionado es real.

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