Es algo que todos sabemos. El tabaco provoca una serie de desajustes y enfermedades. Muchas de ellas son bien conocidas por el grueso de la población. Otras muchas pasan más desapercibidas, aunque no dejan de ser reales.
Antes que nada, quiero dejar clara una cosa. No pretendo generalizar. Existen fumadores tolerantes, y fumadores intolerantes, del mismo modo que existen no fumadores tolerantes e intolerantes. Quiero simplemente exponer los derechos y libertades de cada uno siguiendo un patrón basado en la lógica.
Voy a exponer primero una serie de premisas, y reto a cualquier fumador a que las discuta si considera que son falsas.
P1. El fumador activo fuma porque quiere
No importa que ahora mismo esté enganchado y no lo pueda dejar. No importa que ahora lo haga porque «le tranquiliza» o porque «si lo deja, engorda». No. Porque el primer cigarrillo, aquel primer cigarro de su vida, lo fumó porque quiso. No importan las condiciones que hubiera de por medio. Ese primer cigarro pudo no habérselo fumado. Pero se lo fumó. El segundo, pudo no habérselo fumado. Pero también se lo fumó. Todas las personas que fuman lo hacen por decisión propia. Es decir. El fumador activo fuma porque quiere.
P2. El fumador pasivo sufre enfermedades tabáquicas
Eso también es un hecho. Es sabido por todos que un fumador pasivo —o fumador de segunda mano, también llamado— corre también mucho riesgo de sufrir enfermedades relacionadas con el tabaquismo.
P3. Las libertades de una persona terminan donde empiezan los derechos de los demás
Es un dicho popular muy antiguo. Tanto, que no es conocido su origen. Pero es aplicable en todos los casos. O al menos, es lo cívicamente correcto. Aquí entran muchos matices. Por ejemplo, ¿Y si mi libertad es de mayor nivel que tu derecho? A lo mejor, es correcto que amplíe mi libertad, si es muy profunda e importante, aunque con ello esté bloqueando un derecho tuyo, pero que es nimio y sin importancia. Hum… Vale. Digamos, entonces, que las libertades de cada uno terminan donde empiezan derechos de mayor importancia en los demás. ¿Vale?
A continuación voy a la pura crítica. Y en cada caso, voy a hacer referencias a estas tres premisas.
Sólo dos preguntas.
A. ¿Es correcto que un fumador fume delante de un no fumador?
Depende. Pero no depende del fumador, sino del no fumador. ¡Qué soberbio! ¿Acaso el no fumador es más importante que el fumador? No. De ninguna manera. Lo voy a explicar.
- Si al no fumador no le importa ser fumador pasivo, si le da igual —es decir, en P3, omite su derecho a no ser fumador pasivo—, el fumador —recordemos P1— tendrá libertad de fumar libremente.
- Sin embargo, si el no fumador se niega a convertirse en pasivo —es decir, utiliza P3 en favor de su propia salud, recordando P2—, el derecho de preservar la salud individual es superior a la libertad del fumador —P1—. De modo que el fumador estará violando, con su libertad de un capricho, el derecho fundamental de la salud del no fumador.
Aún así, hay no fumadores que, a regañadientes, se callan esa molestia. Pero ahora planteo. Incluso el no fumador tolerante que acepta el humo, aunque le moleste… tal vez por amistad, se encuentra en un problema. Va la segunda pregunta.
B. ¿Si un fumador fuma delante de un no fumador que no desea el humo, quién debe apartarse?
Tenemos dos posibles hipótesis. Que deba apartarse el no fumador, o que deba apartarse el fumador. ¿Qué significa cada uno de los dos casos?
- Si consideramos que debe apartarse el no fumador, entendemos que es el no fumador el que debe moverse para preservar su derecho. Es decir, que la libertad del fumador está por encima del derecho del no fumador. Es decir, según P3, que el derecho a la salud —P2— es menos importante que la libertad de un capricho —P1—.
- Si consideramos que debe apartarse el no fumador, entendemos que es el fumador el que debe moverse, para limitar su libertad en favor de los derechos del no fumador. Es decir, que el derecho del no fumador está por encima de la libertad del fumador. Es decir, según P3, que el derecho a la salud —P2— es más importante que la libertad de un capricho —P1—.
¿Cuál de esos dos casos es el correcto? Para comprobarlo, podemos hacer una extrapolación más amplia y un tanto exagerada, para poder colocar un ejemplo más visual.
- Según el primer caso, mi libertad de capricho, por ejemplo, de disparar al azar una escopeta en la calle –a riesgo de darme en un pie–, es superior al derecho a la salud de los peatones.
- Según el segundo caso, mi libertad de capricho, por ejemplo, de disparar al azar una escopeta en la calle, está limitada por el derecho a la salud de los peatones. En este caso, debería limitar a disparar mi escopeta en lugares donde nadie corra el riesgo de ser disparado —y de hecho, necesitaría una licencia para poder hacerlo—.
¿Qué pensaríais si saliera con una escopeta a la calle a pegar tiros a diestro y siniestro? Claro. Siempre podría decir "yo soy libre de pegar tiros donde quiera, si no quieres recibir un disparo, no pases por donde estoy yo". ¿Eso me daría derecho a disparar donde me diera la gana? No. ¿Verdad? Es una locura. Es algo obvio.
Pues eso.
Lanzo una pregunta al aire. ¿Qué motivos puede tener el fumador, de recriminar al no fumador que se queje, que se enfade, que se mueva o que se vaya de un sitio, por recibir humo?
0 contribuciones:
Publicar un comentario
No se permiten comentarios anónimos. Considero que el anonimato busca proteger la libertad de expresión de quienes se verían amenazados si se supiera su identidad, y fuera de ese contexto, carece de sentido.
Sé respetuoso con la gente que aquí escribe. Actitudes agresivas e insultantes serán eliminadas. Luego no me vengas diciendo que censuro.
Ten siempre en cuenta que en esta casa se siguen unas normas básicas del debate. Si no cumples con esas normas se considerará que no estás debatiendo y serás tratado como un troll.
Códigos para comentarios:
Negrita: <b> Tu texto </b>
Cursiva: <i> Tu texto </i>
Enlace:<a href="http://www.pagina.com"> Texto explicativo </a>
Gracias por comentar.