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jueves, 30 de junio de 2016

El diluvio, parte 4: El planeta desierto

Continuación desde la parte 3.

Hasta aquí hemos visto que el diluvio es imposible desde todos los puntos de vista. Pero imaginemos por un momento que todo salió bien. Que el agua salió mágicamente de la nada y volvió a desaparecer del mismo modo, que el mundo no se congeló, que los peces no murieron irremediablemente, y que en el barco cabía toda esa enorme cantidad de animales, a pesar de que todo ello es imposible. Ahora las aguas se retiran y el barco encalla en el monte Ararat, en Turquía. Y la Tierra está desierta.

Colonizando el planeta

Ahora queda un punto más que nos establece el conflicto que el mito del diluvio tiene respecto a la realidad. ¿Cómo han llegado todas esas especies de animales y plantas, en tan solo seis mil años, a colonizar tanto territorio?

Pensad por un momento en los hayedos del norte de la península Ibérica. Pensad en los bosques de secoyas en Norteamérica. Visualizad los manglares, y las sabanas. La jungla del Congo, y la selva amazónica. ¿Cómo han llegado todas esas plantas desde el monte Ararat, en Turquía, hasta allí? ¿Quién lo sembró? ¿Cuánto tardaron en crecer? Conocemos un arbusto en el Mojave que tiene más de nueve mil años de edad. ¿Cómo pudo sobrevivir bajo millones de toneladas de agua durante todo un año?

¿Y de qué se alimentaban todos los animales mientras las plantas crecían? ¿Y los carnívoros qué comían mientras esperaban a que los herbívoros se reprodujeran? ¿Toda esa comida también entró en el arca?

Ahora pensad que en Australia, y solo en Australia, hay canguros, wombats y walabíes. ¿Cómo llegaron hasta allí, desde el Monte Ararat, en Turquía, en 6 000 años, y sin dejar poblaciones por el camino? ¿Y cómo llegaron los osos polares hasta el norte de Europa, atravesando bioclimas que son absolutamente adversos para ellos? ¿Y cómo llegaron los jaguares y los pumas al continente Americano, atravesando el enorme océano atlántico? ¿Fueron los pumas los que se llevaron las secoyas?

¿Y los peces? Hemos mezclado todas las aguas, en la imposible situación de que los peces sobrevivieran, ¿cómo es que nos encontramos peces distintos en unas zonas y en otras? ¿Por qué un pez de agua salada no puede vivir en agua dulce, o viceversa, si hace seis mil años los dos vivían en la misma agua, y no hay evolución? ¿Por qué hay peces que son exclusivos de un rio o de un lago concreto? Nada cuadra…

¿Y las personas?


¿Cómo llegaron los nativos americanos a América desde Turquía en 6 000 años? ¿Cómo llegaron los nativos neozelandeses a Nueva Zelanda desde Turquía en 6 000 años? Recordemos que según esta hipótesis, toda la humanidad desciende de ocho personas. ¿Cómo hemos alcanzado toda la diversidad étnica que existe actualmente, en tan solo 6 000 años, descendiendo de tan solo 4 parejas de personas, de las cuales tres son hermanos, y dos más son los padres de estos, y sin que haya evolución?

¿Y si el diluvio mató a toda la humanidad por qué aparecen muchos mitos de diluvios en muchas culturas distintas? ¿No debería haber solo uno que fuera el original, y el resto que fuesen simples copias? ¿Por qué los sumarios tienen un mito del diluvio similar y más antiguo que el mito bíblico? ¿Por qué tienen otro mito del diluvio los chinos, aunque también anterior, y distinto en muchos aspectos? ¿No será porque todas estas civilizaciones se desarrollaron en zonas cercanas a rios, y que, de vez en cuando, éstos se inundan a causa de lluvias torrenciales? ¿No será que todas estas civilizaciones han experimentado inundaciones locales a lo largo de su historia y las han mitificado después?

La existencia de un diluvio que cubra toda la tierra es empíricamente imposible, y como decía Sherlock Holmes, si eliminas lo imposible, lo que queda por improbable que parezca será la solución.
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viernes, 24 de junio de 2016

El diluvio, parte 3: Problemas de infraestructura

Continuación desde la parte 2.

El peso de los animales

Imaginemos los elefantes. Necesitamos meter 28 elefantes en el arca. 7 machos y 7 hembras de
elefante africano, y 7 machos y 7 hembras de elefante asiático. Cada elefante africano macho pesa unas 6 toneladas, y cada hembra unas tres. En el caso de los elefantes asiáticos, el peso ronda las 5 toneladas para el macho y las 2,7 para la hembra. Eso hace un peso total, solo en elefantes, de 117 toneladas.

¿Y la comida? Un elefante promedio consume más de 200 kilos de comida al día. Y estuvieron en el barco durante un año. Esto hace que necesitemos un total de unas 2 000 toneladas de comida para mantener a los animales durante un año —aparte de una forma eficiente de deshacerse de una cantidad aproximadamente similar de heces—.

¿Cambiamos de especies? Pienso en los rinocerontes. Hay cinco especies vivas de rinoceronte. Los pesos de estos animales fluctúan entre los 700 del rinoceronte de Sumatra y las 3 toneladas del rinoceronte blanco. Un calculo somero nos pone en situación de que los 70 rinocerontes (siete parejas de cinco especies) pesarían un total de aproximadamente 116 toneladas.

Cuando hablamos de comida, cada rinoceronte consume unos 80 kilos de comida diaria, lo que nos supone una acumulación de comida de otras 2 000 toneladas para todo el año.

Vale. Pensaréis que estoy haciendo trampa y que estoy cogiendo siempre a los animales grandes. ¿Qué pasa con los pequeños? No sería trampa, porque al fin y al cabo, todos estos animales tuvieron que entrar en el barco de marras, pero vamos con un ejemplo de animales pequeños: los roedores.

Si bien es cierto que existen algunas especies como el capibara, el castor, la paracana o la paca, que son inusualmente grandes, el tamaño medio de las 2280 especies de roedores en su conjunto ronda los 30 centímetros de largo (sin la cola) y no pesa más de medio kilo. Vamos a quedarnos con ese medio kilo por animal, como referencia. Sabiendo el número de especies que existen, y metiendo a siete parejas de cada especie, nos encontramos con que 16 toneladas de peso se corresponden con los roedores.

¿Y la comida? Cualquiera que haya tenido hámsters, ratas o ratones se habrá dado cuenta de lo mucho que comen estos pequeños animales. Para una rata de medio kilo, su dieta no baja de los 30 gramos de comida al día. Haciendo el cálculo pertinente, nos encontramos con que para alimentar a toda esa horda de roedores durante un año necesitamos casi 960 toneladas.

Voy a ir resumiendo, aunque si estáis interesados en los pormenores os los puedo explicar. Pensando en los antílopes. Tenemos 91 especies de antílopes, y echando las cuentas tenemos que contar con unas 510 toneladas de antílopes y más de 11 500 toneladas de comida para ellos.

Y ya que estamos con antílopes, podemos calcular las jirafas. Y los équidos. A siete parejas por especie, estamos ante 53 toneladas más de animales, y que necesitan un aporte de comida de al menos 840 toneladas en total para aguantar todo el año.

¿Y qué pasa con los cocodrilos? Es cierto que comen muy poco, y si comen mucho de una sola sentada pueden estar luego hasta dos meses sin comer, pero su comida son animales, a los cuales hay que mantener a su vez. Tenemos 14 especies de cocodrilos, con pesos comprendidos entre los  60 y los 1700 kilogramos. Podríamos dejar un promedio de 600 kilos. Eso son 118 toneladas, para siete parejas de cada especie. Cada cocodrilo se alimenta una o dos veces al mes, pero los animales de los que se alimenta también debemos mantenerlos, con lo que deberemos llevar más comida para alimentar a estos animales. Esto nos pasa con casi todos los animales carnívoros. Necesitaremos más roedores para alimentar a las serpientes, necesitaremos antílopes y cebras extra para alimentar a los grandes felinos…

Vamos a darle a cada cocodrilo un antílope cada dos meses. Tenemos que sumar —echando las cuentas— otros seis antílopes y unas 32 toneladas de comida de antílopes, para cada cocodrilo. En el peso se ha tenido en cuenta que el primer antílope deja de comer en el segundo mes, el segundo antílope en el cuarto mes, y así sucesivamente—. O lo que es lo mismo, casi 480 toneladas adicionales para poder alimentar a todos los cocodrilos.

Y aquí estamos con cocodrilos, que son reptiles y comen poco. ¿Y los leones, tigres, leopardos y jaguares? Vale, sí, son solo cuatro especies. Pero comen mucho. Mucho. De nuevo, resumiendo.

Un macho de león pesa en promedio unos 200 kilos, y una leona ronda los 150. Las tigresas son similares, pero el macho de tigre es mayor; ronda los 300 Kg. El leopardo es más pequeño; pesa unos 80 Kilos el macho y unos 50 la hembra, de forma similar al jaguar. Metiendo a siete parejas de cada especie, nos hace un peso total requerido de unas 15 toneladas. Para ellos necesitemos unos 450 kilos de carne diarios. Digamos que necesitamos un antílope al día para alimentar a estos felinos, aunque se nos queden con hambre.

Eso significa que el barco tiene que aguantar con el peso de otros 365 antílopes y la comida para alimentarlos, a razón de: comida para 1 día para el primer antílope, 2 días para el segundo, y así sucesivamente, hasta el último antílope que recibirá comida todos los días, antes de morir sacrificado para alimentar a los leones. Esto suma en total la friolera de 146 toneladas en antílopes y unas 1 700 toneladas de comida para ellos. Son 1 846 toneladas más al cómputo.

Otro ejemplo que podríamos tomar de carnívoros es el de los felinos medianos y pequeños. Podemos intentar alimentar a esas 37 especies que nos quedan. Siguiendo la misma norma que para los grandes felinos, tenemos 7 800 kilos de gatos, que requieren sus 230 kilos de comida al día. Un antílope cada dos días, vamos. 73 toneladas de antílopes y 864 toneladas de comida para estos. 937 toneladas más.

¿Y qué hay del resto de osos? Si eliminamos a los osos panda, al oso perezoso de la india, y al oso polar, por sus peculiares hábitos, tenemos cinco especies modernas de osos. Aunque su dieta es mixta, requieren alimentación carnívora de vez en cuando. Como tenemos 70 osos, podemos despiezar un antílope al mes para estos bichos. Estamos ante 24,5 toneladas de oso y 255,5 toneladas de comida normal, más otros 12 antílopes, que pesan otros 4 800 kilos y para lo que necesitamos otras 60 toneladas de comida. El resumen, la comida para los osos durante un año nos pesa más de 320 toneladas adicionales.

¿Habéis pensado en el oso panda alguna vez? Vale. Solo es una especie. Pero come 40 kilos de bambú al día. Para alimentar a los catorce osos panda —y sus 1 400 kilos de peso correspondiente— Noé necesitó meter en el arca  204 toneladas de bambú.

Y ya que estamos con animales carnívoros, ¿qué tal si hacemos la cuenta de los mustélidos, prociónidos y mefítidos? Son solo 57 especies los primeros, 15 los segundos y 12 los terceros, y su masa promedio ronda los 10 kilos. Pero comen mucho para ese tamaño que tienen. En este caso estamos ante 1 176 animales, con una biomasa total de 11 760 kilos. Para alimentarlos será suficiente una rata para cada cinco animales, por día, es decir, 85 848 ratas (43 toneladas más) y la comida necesaria para ellas (otras 475 toneladas). Para nutrir a estos pequeños carnívoros necesitaremos ocupar al menos 518 toneladas más.

Ya veis por donde va la dinámica.

Y todo esto suponiendo que el agua del diluvio se pueda beber. Si no, habría que cargar también con agua suficiente...

Y suponiendo que no entrasen los dinosaurios y otros animales prehistóricos, como muchos creacionistas afirman. Me encantaría ver catorce individuos de cada especie de saurópodo ahí dentro.

Capacidad de carga

¿Sabemos cuánto medía el barquito? Según el mito bíblico, medía 300 codos de longitud, 50 codos de ancho y 30 codos de altura. En metros son unos 132 x 22 x 13,2. Suponiendo una construcción en forma de prisma, sabemos que la superficie de planta del barco es de unos 2 904 metros cuadrados, 1 742 metros cuadrados de superficie de perfil, y 290 metros cuadrados de superficie frontal. Si supusiéramos que tiene quilla y proa, se nos queda un barco más pequeño, así que vamos a ser generosos con el bueno de Noé.

Es obvio que para que el barco mantenga una integridad, son necesarias varias cubiertas y una serie de tabiques transversales. Vamos a ser generosos con el señor Noe, y vamos a dejar tan solo tres cubiertas y colocar solo 16 tabiques transversales. Un tabique cada 8,25 metros haría peligrar la estructura del barco, pero, eh, estamos siendo generosos.

Esto nos deja con dos “tablas” de 1 742 metros cuadrados, cinco de 2 904 metros cuadrados y 19 de 290 metros cuadrados. O lo que es lo mismo, una superficie total de madera de 23 514 metros cuadrados. Suponiendo unos tablones de unos 20 cm de espesor, para que sean lo suficientemente recios, estamos ante 4 703 metros cúbicos de madera. Necesitamos una madera lo suficientemente fuerte para soportar la estructura. La madera de roble o de haya ronda una densidad media de los 0,8 Kg / dm3. Esto hace que estemos ante 3 762 toneladas de madera. ¿Y por qué nos interesa el peso de la madera? ¡Por la flotabilidad, claro!

Vamos a suponer que la linea máxima de flotación de este barco ha de encontrarse como muy arriba a 1/3 de la parte superior del propio navío. Es decir, que si se hunde más de 9 metros, el barco no aguanta y se va a pique. ¿Cuánto peso aguantaría este barco, teniendo en cuenta que hay que descontar el peso del propio barco? La solución nos la trae el principio de arquímedes.

El volumen máximo de agua que podemos desalojar es de 26 136 000 litros. Con lo que el peso máximo que puede cargar el barco es de 26 136 toneladas. Hemos perdido 3 670 toneladas con el peso del barco en sí.

Y si sumamos todo el peso que hemos calculado con unos pocos animales que hemos introducido, nos encontramos con la sorpresa. Solo contando con elefantes, rinocerontes, roedores, antílopes, caballos, jirafas, felinos, cocodrilos, osos, pequeños carnívoros, y sus respectivas dietas adecuadas a sus necesidades, hemos sumado un total de (agarraos) 992 toneladas de animales para conservar, y 21605 toneladas en comida —que incluye tanto animales como plantas—.

La capacidad del barco eran 26 136 toneladas. Si sumamos las 3 762 toneladas que pesa el barco en sí, más las 992 toneladas de animales para su conservación y las 21 605 toneladas de comida, estamos en un cálculo de 26 359 toneladas de peso. 223 toneladas por encima de lo que el barco puede resistir. ¡Y no hemos hecho más que empezar!

No hemos metido camellos ni osos polares, no hemos metido serpientes ni lagartos ni veranos ni tortugas, no hemos metido focas, morsas ni leones marinos. No hemos metido a los murciélagos, ni liebres, ni canguros ni musarañas. No hemos metido ni un solo ave, y son diez mil especies; ni tampoco anfibios ni invertebrados, y solo de insectos ya hay un millón de especies, y de arácnidos otras cien mil. Y no hemos metido toda la comida que requerirían todos esos bichos.

Ni las plantas. Incluso aunque obviáramos las semillas de gran tamaño, por ser muy pocas especies, y contáramos con un tamaño pequeño de las semillas, contamos actualmente con más de 255 000 especies de plantas con semillas. Y obviamente no sirve llevar una sola semilla de cada especie. Necesitaríamos bastantes. Y también tendríamos que contar con las más de 12 000 especies de helechos y 24 000 especies de musgos, que tampoco podemos dejar en tierra. Esto es más peso aún.

Y aun nos falta el personal que se haga cargo de cada uno de los cientos de miles de animales que hay en el barco. Que les eche de comer a diario, que se encarguen de su higiene, de su mantenimiento… y que los desperdicios los desalojen del barco... por un pequeño ventanuco.

¿Cuántas personas necesita un zoo? Pues imagínense este barco que cuenta con cientos de miles de animales vivos —ya sea para su mantenimiento o para alimentar a otros—. ¡Pero solo son ocho personas! No solo es impensable. Es sencillamente imposible.

Continuará...

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sábado, 18 de junio de 2016

El diluvio, parte 2: La gran extinción

Continuación desde la parte 1.

Al carajo la vida en el planeta


La primera consecuencia evidente es que todo ser vivo terrestre muere. Todos los animales terrestres se extinguirían, así como todas las plantas. Para los animales está el arca. ¿Y para las plantas? ¿Metemos semillas de todas las plantas del mundo?… No parece muy eficaz, pero es la única solución.

¿Y los peces?

Todo ese agua una de las primeras cosas que debió hacer fue homogeneizar las aguas del planeta. Ya no tendríamos ríos, lagos, mares y océanos. Todas las aguas subterráneas se mezclarían con las aguas de escorrentía y con el resto de masas de agua. Hasta los glaciares quedarían entremezclados. Y así también sus propiedades físicas.

Un diluvio de ese calibre no sería sino un evento homogeneizador de las condiciones acuáticas. Los peces propios de ríos y lagos, así como los peces marinos de superficie morirían inmediatamente por las enormes presiones ejercidas. Suponemos que llovía agua dulce, con que todos los mares y lagos salobres verían modificada su salinidad. Los pocos peces de los fondos abisales marinos que fuesen capaces de soportar la enorme presión ejercida por cuarenta días de lluvia sin cuartel morirían por desequilibrios osmóticos. No se me ocurre ni un solo pez que pudiera sobrevivir a semejante embate.

¿Y los mamíferos marinos? Se plantea un grave problema, pues estos animales tienen, de hecho, “aliento en sus narices”, requisito bíblico establecido para entrar en el arca según el libro del génesis. Si la Biblia no se equivoca, ballenas y delfines, cachalotes, narvales y calderones, y demás cetáceos debieron entrar en el arca.

¿Y si aceptamos que no entraron en el arca? Igualmente morirían. Y ya no solo por efecto de las enormes presiones o porque se quedasen sin alimento, sino porque no podrían respirar.

Porque el planeta se convertiría en un enorme cubito de hielo.

La gran bola de hielo

Un proceso de homogeneización que involucre toda esa cantidad de agua implica de forma directa la modificación de la cinta transportadora oceánica, que entre otras cosas es un factor esencial en la regulación del clima. Un diluvio de esta magnitud sería el preludio ineludible de una glaciación. Una glaciación asombrosa.

La subida del nivel del agua generaría además un desplazamiento hacia arriba de buena parte de la atmósfera, que perdería el sostén gravitacional y se perdería en el espacio: el aire se enrarecería. Además desaparecerían las nubes. Estos dos acontecimientos generarían que el efecto invernadero que nuestra atmósfera nos proporciona y que nos aísla del frío, frío espacio exterior se extinguiera. Sin ningún factor que retuviera el calor, y con la superficie de hielo, blanca, que reflejaría la mayor parte de la radiación solar, ésta se perdería nuevamente al espacio sin conseguir calentar el ambiente. Caería en una retroalimentación positiva tan trepidante que el planeta quedaría completamente congelado.

Solo se me ocurren algunas especies de bacterias, algun que otro liquen, los tardígrados, y quizá algun alga que sea capaz de sobrevivir a eso.

Pero supongamos por un momento que la física se equivoca. ¿Podría una familia de ocho personas construir un barco y meter a siete parejas de cada especie para poder luego repoblar la tierra?

Continuará...

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martes, 14 de junio de 2016

¿Y si analizamos la homeopatía?

Hace unos días tuvo lugar la infame I Jornada Nacional de Homeopatía y Farmacia. La ciudad que acogió tal despropósito fue la misma que hace unos meses acogió uno de los eventos de divulgación científica más importantes de este pais; evento en el que se escucharon charlas como «Medicina y lo que no lo es», a cargo del Prof. J.M. Mulet, «Ciencia, seudociencia, ficción, religión, fantasía, mito…» por el gran Manuel Toharia, o «Plantas medicinales. La ciencia y el humo» impartida por un servidor.

Exacto. En Granada. Y no está organizado por ningún tipo de asociación de charlatanes, por ningún gurú de esta pseudomedicina, y ni siquiera por ninguna multinacional de productos homeopáticos. En absoluto. Fue organizado por el "Ilustre" Colegio Oficial de Farmacéuticos de Granada. Y entrecomillo el término "Ilustre" porque no creo que se lo merezca después de organizar semejante acto.

Pero no he venido a hablar de esto. Esto solo sirve como introducción, y para poder dar ahora un inesperado giro argumental en esta historia.

Bote naranja,
pone "Ledum Palustre".
Fácil saber qué es.
El caso es que en Twitter el hashtag del evento, #HomeopatíayFarma, ardió como la pólvora, y con semejante resultado destructivo. Resulta que la susodicha etiqueta llegó a ser Trending Topic de forma breve en un par de sitios, pero no fue gracias a los que promovían la jornada, sino a todos aquellos que lo estuvimos criticando, en esta curiosa version twittera del efecto Streisand. Supongo que los homeópatas terminarían contentos, ya que los tuits favorables quedaron adecuadamente diluidos.

Pero tampoco voy a hablar de esto. Esto lo cuento porque la verdadera historia comienza con un tuit. Un tuit que escribí yo mismo en mi cuenta personal, y que no es sino una pregunta que siempre intento hacer a todo homeópata que me encuentro, y tengo mis motivos.

Vary Ingweion ‏@VaryIngweion
¿Alguien de #HomeopatiayFarma me dice cómo diferenciar un Nux Vomica 30CH de un Ledum Palustre 20CH sin etiquetar? Gracias.

Lamentablemente me he dado cuenta de que Ledum palustre no se comercializa a 20CH, pero sí a 15CH. En realidad me da igual una que otra, aunque desde ahora usaré el 15CH para ser más realista.

Bote morado,
pone "Nux Vomica".
Fácil saber qué es.
Esta pregunta la hago por un simple motivo. Si un homeópata afirma que esos dos productos son distintos, debe demostrar que lo son. Y para demostrarlo, necesitará de un método analítico que le permita distinguirlo. Me da igual qué método empleen para ello, siempre que sea un método fiable, con resultados comprobables y repetibles. Y es que la reproducibilidad es un punto clave. Sinceramente, la mayor parte de las veces que he hecho esta pregunta no he obtenido respuesta. Hubo una excepción en la que uno de los acólitos de la multinacional homeopática francesa, encargado de dar conferencias y charlas y de asistir a debates, me dio una respuesta en un debate que tuvo lugar en Sevilla. Respuesta que obviamente no fue en absoluto satisfactoria, ya que aludió a un estudio de metodología deficiente, conclusiones sesgadas, y que nunca ha podido ser reproducido, y que además no tiene nada que ver con los productos que yo propuse. Lo que no me esperaba es que alguien me fuera a contestar a ese tuit. Y mucho menos, me esperaba una respuesta como la que me dio Ricard Casas.

Ricard Casas ‏@ricardcasas71 
@VaryIngweion y una pastilla de paracetamol versus una de metformina sin etiquetar? Grandes argumentos llenos de #rigor. #Demagogia barata

Aquí no solo se puede observar la clásica falta de respeto típica del fanático religioso cuando ve sus dogmas atacados por el mundo real. También se ve, en un perfecto ejemplo de la falacia tu quoque, un intento de reducir mi pregunta, que es perfectamente legítima, al absurdo. Y la verdad es que lo hace de una forma bastante absurda, ya que con ello está mostrando una enorme ignorancia en lo que a métodos analíticos se refiere.
Cada tubo tiene un producto "distinto"
¿Me diferencia usted cuál es cuál?

El caso es que él mismo en su biografía se define como farmacéutico. Lo cual a mi me resulta preocupante: que un farmacéutico, que hipotéticamente tiene una formación básica, ignore los métodos analíticos me parece muy triste.

La historia no termina bien. Yo le contesté con varias formas que podrían usarse para distinguir un comprimido de paracetamol de uno de metformina. Después le volví a hacer la pregunta para los dos productos homeopáticos, y tomó el silencio (y el bloqueo) por respuesta.

¿Y por qué os cuento todo esto? Porque voy a plantear diversos métodos analíticos. Procesos que me resultarán útiles para distinguir dos muestras no etiquetadas, siendo una de paracetamol y otra de metformina. Y si intentáramos cualesquiera de estos métodos para comparar dos muestras no etiquetadas, siendo una de Nux Vomica 30CH y la otra de Ledum Palustre 20CH, no funcionarían.

Método organoléptico

Este método fue sugerido por Amancio Castro. Basta con enjuagarte bien la boca con agua, coger una pastilla de paracetamol y una de metformina, y probarlas. Por supuesto, son medicamentos: ¡No te los tragues! Basta con probar su sabor. Notarás que el paracetamol tiene un regusto amargo, mientras que la metformina sabe a metal. 

Puedes ahora proceder a coger una porción de cada muestra incógnita y probar su sabor. Como ya sabes a qué sabe cada una, solo tienes que comparar. Así pues, la muestra que tenía el sabor a paracetamol resulta ser el paracetamol, mientras que la muestra que sabe a merformina es la merformina. Si conoces los sabores de antemano, no necesitas ni siquiera hacer la comparativa —es decir, no necesitas siquiera probar antes las dos pastillas conocidas—.

Por supuesto, este experimento es reproducible, aunque relativamente subjetivo, y sujeto a la capacidad perceptiva particular de cada uno.

Si intentamos hacer lo mismo con un globulito de un Nux Vomica 30CH y con uno de Ledum Palustre 20CH, nos encontramos con un problema. Saben igual. Saben igual, porque su composición es exactamente la misma: un 84% de glucosa y un 16% de lactosa. No importa cuántos globulitos comas —no, no te preocupes, no te va a pasar nada aunque te comas veinte, lo sé, lo he hecho—. Van a saber igual. No hay diferencia organoléptica entre ambas muestras. Este método no sirve para diferenciarlas.

Identificación por densidad

Otro método que se me ocurre es aprovechar el hecho de que ambos compuestos tienen distinta densidad. Puedo preparar un líquido que tenga una densidad superior a 1,26 g/ml e inferior a 1,41. Podemos usar alguna miel de abejas, cuya densidad suele rondar los 1,36 g/ml, y en caso de que sea una miel excepcionalmente densa, podemos corregir añadiendo un poco de agua hasta obtener la densidad que nos interesa. Luego echaremos las dos pastillas incógnita, y prestaremos atención a ver cuál de ellas flota y cuál se va a ir hundiendo lentamente. 

La densidad del paracetamol es de 1,26 g/ml, de modo que en la solución que hemos preparado, flota. Como la metformina tiene una densidad mayor, de 1,41g/ml, ésta se hundirá —aunque lo hará de forma más o menos lenta, en funcion de la viscosidad de la miel—.

Este experimento es perfectamente reproducible, y siempre que se repite da el mismo resultado.

Las pastillas de homeopatía van a tener ambas una densidad de 1,54 g/ml. De modo que no importa qué solución prepares. Si preparas un líquido más denso, ambas flotarán. Si el líquido es menos denso, ambas se hundirán. No hay una densidad a la cual una pastilla flote y la otra se hunda, porque ambas pastillas tienen exactamente la misma densidad. Este método tampoco sirve para distinguirlas.

Usando la solubilidad

Si disponemos de agua destilada —se puede comprar en el supermercado y no es muy cara; quizá no sea un agua hiperpura, pero para el experimento nos sirve—, podemos comprobar las diferencias de solubilidad de los dos productos.

Tomemos dos vasos y en cada uno de ellos vertamos 100 mililitros de agua destilada, que tendremos a 20 ºC. De las dos muestras sin identificar vamos a coger, con ayuda de una buena báscula, una misma cantidad, como por ejemplo un gramo de cada una. Es más fácil si la presentación es en pastillas de, por ejemplo, 500 mg; nos vale con coger dos pastillas de cada.

Las vamos a machacar. bien machacadas, y vamos a echarlas en el agua. La solubilidad del paracetamol en agua es de 12,8mg/mL a 20 ºC, de modo que en 100 mL de agua, todo el paracetamol se va a disolver tarde o temprano. Sin embargo, la metformina tiene una solubilidad de tan solo 0,285 mg/mL, así que en nuestro vaso de 100 ml solo se van a disolver 28,5 mg de producto. Los otros 971,5 mg van a quedar en el fondo del vaso sin poder disolverse. Y por mucho que agites, no se va a disolver.

Así pues, la solubilidad es otro método para diferenciar estos dos productos. El paracetamol es aquel que se ha disuelto sin problemas. Este sistema también es reproducible. No importa quién lo haga ni cuántas veces se haga. Siempre pasa lo mismo.

Si intentamos hacer esto con los productos homeopáticos, vemos que tampoco hay diferencias. Ambas pastillas tienen la misma solubilidad, ya que ambas tienen la misma composición y en idéntica proporción. Este método tampoco nos sirve.

Hasta aquí, todos estos métodos se pueden realizar en casa sin ningún problema. Pero vamos a probar con métodos un poco más complicados.

Espectroscopía ultravioleta

Podemos usar un aparato llamado espectrofotómetro. Este chisme básicamente emite un láser a la muestra que tú le das, y calcula la cantidad de luz que ha absorbido. El haz de luz va cambiando de color —de longitud de onda— para trazar de este modo lo que se llama un espectro de absorción. Tanto el paracetamol como la metformina son incoloros, pero ambos absorben en el espectro ultravioleta.

Si no conocemos los espectros de absorción de nuestras moléculas en cuestión, siempre podemos tomar dos muestras conocidas y trazar nuestro espectro de absorción para cada una de ellas. Deberemos utilizar, y esto es importante, el mismo disolvente para las dos muestras, y usar ese disolvente como equilibrio de blancos, para que el espectro de absorción que obtengamos sea el que corresponda a cada muestra específica.
Espectro de absorción en rango ultravioleta
para el paracetamol en distintos solventes.
Fuente.

Una vez tenemos los espectros de absorción del ultravioleta del paracetamol y de la metformina, pasamos a analizar las dos muestras incógnita. No resultará difícil identificar cuál es cuál, ya que el espectro de absorción —que es único y específico de cada molécula— va a encajar con una asombrosa exactitud, y siempre sucede de igual manera. 

Si intentamos hacer una espectroscopía —en cualquier rango del espectro— con los dos productos homeopáticos, el resultado va a ser el mismo. Y no, una leve variación no va a ser significativa; puede que la dilución no esté bien hecha, o que la detección sea imprecisa. Se sabe cuándo es un fallo de la metodología y cuando es una diferencia real porque las diferencias reales son reproducibles. Si a ti te sale alguna diferencia pero luego lo repito yo de forma exactamente igual y no me sale ninguna, y lo repite otro en otro sitio y tampoco... es que has cometido algún error.

Lo aclaro, porque según mi interlocutor tuitero, aquel del bloqueo, contestó —tras bloquearme— que los dos productos homeopáticos propuestos se podrían diferenciar por espectrofotometría. Pero es mentira. Una muestra de glucosa-lactosa (84:16) da el mismo espectro de absorción que una muestra de glucosa-lactosa (84:16). Y si algún homeópata cree que mis dos productos dan resultados distintos, que compre un bote de Nux Vomica 30CH y uno de Ledum Palustre 20CH, y haga él mismo el experimento en ciego. Si tras pasar cinco o diez muestras de cada producto por el espectrofotómetro y analizar los resultados en ciego, le sale alguna diferencia significativa entre ambas muestras, no me cabe duda de que podrá publicar el paper sin problemas, y mandármelo. Estaré encantado de leerlo.

Espectrometría de masas y espectroscopía por resonancia magnética nuclear 

El espectrómetro de masas es un dispositivo que permite analizar con gran precisión la composición de diferentes productos. Por su parte, la espectroscopía por resonancia magnética nuclear es una técnica empleada principalmente en la elucidación de estructuras moleculares. No voy a entrar en los detalles técnicos, porque sinceramente, se me escapan. La idea global es que estos aparatos te identifican la estructura y composición química del producto que estás testeando.

Funciona de forma similar a un espectrofotómetro. El resultado que el aparato arroja tiene el mismo aspecto. Un espectro en forma de gráfica, que es único para cada molécula. De modo que podríamos analizar primero el espectro del paracetamol y el de la metformina, y a continuación analizaremos las dos muestras incógnita. Solo tenemos que comparar el espectro de cada muestra con los espectros que conocemos, para saber cuál es cual.

Cuando haces esto con los productos homeopáticos, el resultado es obvio. El aparato te va a decir que tiene glucosa y lactosa. Y ya. Y dado que ambos productos tienen la misma proporción de azúcares, sigue sin ser posible distinguir uno de otro. Como ya demostraron en la serie Escépticos.

Con ratas

Hay otra forma de diferenciar estos dos productos. Podríamos usar a seres humanos, pero ningún comité de bioética lo toleraría. Con las ratas tampoco, seamos honestos. Pero voy a usarlo de ejemplo.

Tenemos que coger un conjunto de ratas que padezcan diabetes, y otro conjunto de ratas que tengan un dolor específico, como por ejemplo, que hayan sido operadas recientemente y aun tengan los dolores típicos del postoperatorio.

Cada grupo de ratas las dividiremos en tres: A, B y C. A los grupos A y B les administraremos, en dosis controladas, el producto incógnita A y B. A los grupos C, que usaremos como control, les administraremos un placebo. De modo que tenemos seis grupos de ratas.

  • DiaA - diabetes, producto A
  • DiaB - diabetes, producto B
  • DiaC - diabetes, placebo
  • DolA - dolor, producto A
  • DolB - dolor, producto B
  • DolC - dolor, placebo
Una vez administrado, y esperando el tiempo oportuno a que haga efecto, mediremos el índice glucémico de las ratas diabéticas, y el nivel de dolor de las ratas del postoperatorio —tocándoles la zona dañada a ver cuánto se quejan, por ejemplo—.

Dado que tenemos el control del placebo, podemos comparar los grupos DiaA y DiaB con el DiaC. Habrá uno que tenga mas efecto que el otro. Estaremos ante el antihiperglucemiante: la metformina.

Del mismo modo podemos comparar la tolerancia al dolor de las ratas DolA y DolB con las ratas DolC que han recibido el placebo. Uno de los dos grupos tendrá, de forma significativa, menos dolores que el grupo control; ése es el que recibe el paracetamol.

Esto sería una identificación basada en sus propiedades. Los homeópatas dicen que Nux vomica sirve para problemas digestivos y de lo que ellos llaman autointoxicación, mientras que Ledum palustre, siempre según ellos, sirve como remedio contra el reuma y contra lesiones contundentes y punzantes, además de para las picaduras de insecto.

Podríamos coger a un grupo de ratas con irritaciones estomacales y otro que haya sido atacada por mosquitos, dividirlo en tres grupos y hacer la prueba. Pero como ya sabemos, la homeopatía no tiene efectos superiores a un placebo, de modo que el resultado va a ser muy poco satisfactorio. Desgraciadamente no vamos a encontrar ninguna diferencia.

¿Se te ocurren más formas?

Aquí solo he expuesto unas pocas formas de diferenciar paracetamol de metformina. Existen muchas otras, desde técnicas relacionadas con la reactividad de los principios activos, como marcaje con proteínas específicas, pasando por técnicas cromatográficas. Si se te ocurre alguna idea para diferenciarlos, puedes dejarla en los comentarios.

Y por supuesto, si eres un homeópata y has leído hasta aquí, te repito la pregunta. ¿Qué técnica analítica, que sea reproducible, puedo usar para diferenciar de forma eficaz una muestra de glóbulos Nux Vomica 30CH de una de Ledum Palustre 20CH sin etiquetar?

Muchas gracias.

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miércoles, 8 de junio de 2016

El diluvio, parte 1: ¿Cuánto agua hay?


Hay muchas historias que hablan de que, en el pasado, existió un diluvio que cubrió el planeta y exterminó casi todos los seres vivos que en el habitaban. El caso más conocido es el de la historia de Noe, quien introdujo en un barco de madera siete parejas de cada animal  (sí, siete, según Gen.7:2) excepto unos pocos contados y listados, de los que solo metió una pareja, que tuviera aliento en su nariz, con el fin de preservar la vida.

Esa idea no se sostiene desde ninguna perspectiva, y a lo largo de estos artículos voy a ir explicándolo. Voy a tomar como ejemplo el mito bíblico, por ser el más conocido, sin embargo este ejercicio podría extrapolarse a cualquier otro mito de diluvio universal.

¿Cuánto agua necesitamos?

Si hiciéramos un cálculo aproximado de la cantidad de agua que se requeriría para conseguir cubrir la Tierra, hasta la montaña más alta, necesitaríamos mucha, mucha agua.

La Tierra tiene una superficie de algo más de 510 millones de kilómetros cuadrados. Sabiendo que la montaña más alta es el Everest, que mide 8 848 metros, y realizando los cálculos de forma aproximada, serían necesarios más de 4 500 millones de kilómetros cúbicos de agua para cubrirlo. No es una cantidad nada despreciable, ya que representa tres veces y media la cantidad de agua que existe en todos los océanos del planeta, y recordemos que los océanos contienen el 94% de la cantidad de agua que existe en el mundo. Si el diluvio hubiera sucedido en la realidad, es obvio que todo ese agua debió de venir de algún lugar, y se debió ir a algún otro lugar cuando el diluvio cesó. ¿Dónde está toda esa agua? No está. Claro.

Pero bien. Imaginemos por un instante que esa enorme cantidad de agua surgió mágicamente de la nada, y que luego desapareció de igual manera.

El caudal

Según el mito bíblico, estuvo lloviendo durante 40 días completos, para después quedar en calma. Sabiendo la superficie del planeta y conociendo el volumen de agua que ha de precipitarse, podemos analizar qué cantidad de agua hubo de precipitarse por unidad de superficie en el tiempo. El cálculo nos indica la friolera de más de 220 000 litros por metro cuadrado al día. Esto es más de dos litros y medio por metro cuadrado al segundo. En llano, el nivel de agua cubriría a una persona normal en tan solo 11 minutos, y durante ese tiempo, habría caído sobre su cabeza la nada despreciable cantidad de 620 litros de agua. Casi nada.

Imaginen por un momento la presión que toda esa agua ejercería sobre aquello sobre lo que caiga. Por muy bien construida que estuviera esa embarcación en la cual el mítico personaje de Noé construyó, quedaría tristemente aplastada por la enorme cantidad de agua cayendo de forma tan torrencial. No se me ocurre ni un solo ser vivo que fuera capaz de soportar ese embiste de agua.

Pero además hay que recordar que la lluvia deja siempre marcas en la geomorfología de allí donde sucede. Si un diluvio de ese calibre hubiera sucedido en algun momento de la historia, y especialmente de la historia reciente, deberían quedar marcas claras en la geomorfología de todo el planeta, incluyendo una capa de estratos en la que encontrar un maremágnum de cadáveres de todo tipo de animales modernos entremezclados. Algo que no hallamos. 

Somos capaces de detectar el cataclismo que puso el punto final a la mayoría de los dinosaurios hace algo más de 65 millones de años ¿y no somos capaces de encontrar las huellas de un cataclismo de varios órdenes de magnitud superior y de una antigüedad diez millones de veces más reciente?

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