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sábado, 26 de septiembre de 2015

Reduciendo complejidades (I. El ojo)

Uno de los argumentos más manidos por parte de los creacionistas es el de las complejidades irreductibles: supuestas estructuras biológicas complejas que no pueden reducirse a órganos funcionales más simples, ya que éstos serían completamente inútiles para sus portadores, y que por tanto, no pudieron producirse mediante una evolución continua, sino que hubieron de ser necesariamente creados ex profeso por su dios (y no por ningún otro).

En realidad, lo que llama la atención de forma inicial en este argumento es una falacia del tipo argumentum ad ignorantiam, según el cual, el hecho de no conocer la forma en que algo se desarrolla se considera automáticamente como prueba de que no se desarrolló, y en una falacia adicional de falsa dicotomía, se toma como respuesta válida la contraria, que ad hoc beneficia la postura que se desea defender.

Por supuesto, la realidad no es tan sencilla. Ese hilo argumental es tremendamente erróneo de base. Por eso se llaman falacias.

De atrás hacia adelante, la manipulación de las pruebas para justificar conclusiones previas es un argumento que carece de validez: las conclusiones siempre han de obtenerse a posteriori, a partir de las pruebas existentes.

En el siguiente paso, la alternativa a que algo suceda de una forma no siempre es que suceda de la forma concreta. A cada problema se le pueden plantear muchas hipótesis distintas, y no siempre una de ellas será la correcta: a veces, la opción real pueden ser una combinación de varias hipótesis. Pero descubrir que una hipótesis no es correcta no implica automáticamente que la hipótesis contraria sea verdadera.

Pero es que ni siquiera han llegado a esa postura. Su apreciación se incluye en una falacia de ignorancia. Ellos consideran que la ausencia de pruebas de algo supone automáticamente una prueba de la ausencia de ese algo. Según esto, la ausencia de demostración de una hipótesis supondría automáticamente que dicha hipótesis fuera falsa. Eso es ridículo: estaríamos afirmando que, dado que hace cien años no había pruebas de, por ejemplo, la existencia de Plutón, éste planeta enano no existiría.

Es decir. Que no hubiese pruebas de la existencia de un proceso evolutivo de variaciones acumulativas mediado por la selección natural que diera lugar, por ejemplo, al ojo, no significa que el ojo no haya evolucionado por variaciones acumulativas mediadas por la selección natural. Además, eso no implicaría que hubiera sido creado: podría haber evolucionado de otro modo desconocido. Y por supuesto, incluso aunque hubiera sido creado, no daría por válida la conclusión de que hubiera sido creado por un alfarero cósmico bipolar con graves problemas de autoestima.

Pero en este caso, el problema viene aún de más atrás. Y es que en realidad no hay esa ausencia de pruebas. Lo cual desmonta el argumento, falaz por triplicado, desde su propia base.

Aparición evolutiva del ojo en diversos grupos y su filogenia. Fuente.

Los creacionistas partidarios de la complejidad irreductible del ojo afirman que es un órgano demasiado complejo que no ha podido evolucionar.

Un aspecto interesante de la evolución es que no es difícil que haya organismos que se queden "atascados" en una fase evolutiva previa mientras otros "avanzan". Esos dos términos entrecomillados no son los más correctos hablando en biología evolutiva, pero los usaré para que sean más comprensibles.

En el caso del ojo, es algo que es relativamente fácil de encontrar a lo largo de la fauna actual.

Células fotorreceptoras.
Lumbricus terrestris.
El primer punto interesante es que el ojo, hablando de forma muy amplia, ha surgido muchas veces a lo largo de la historia evolutiva. Tanto en los ojos compuestos como en el caso de los ojos simples, y desde ojos tan sencillos como desde los que se componen de un grupo de células fotorreceptoras que distinguen luz de oscuridad, hasta los ojos más complejos como los de los amniotas o los de los cefalópodos, encontramos una enorme cantidad de tipos de ojos distintos en muchos grupos evolutivamente independientes.

Es decir, que el ojo no solo es producto de la evolución biológica, sino que además se ha producido 65 veces independientes en diferentes grados y formas, en lo que probablemente sea una de las mayores convergencias evolutivas.

Mancha ocular multicelular.
Stylaria lacustris.
En cualquiera de los casos, el principio de la evolución del ojo no es más que una célula o grupo de células fotorreceptoras en una superficie. Esta estructura primitiva simplemente permite al organismo diferenciar luz de oscuridad, y por tanto, moverse hacia la luz o en sentido contrario siguiendo el gradiente de luminosidad. Animales como Lumbicus terrestris aún conservan este tipo de ojo tan sumamente simple en forma de células fotorreceptoras individuales, o como Stylaria lacustris que presenta un caso de agrupaciones de dichas células.

En estos casos, en presencia de luz, la selección natural bien pudo favorecer a aquellos organismos que disponían de estas células fotorreceptoras por encima de aquellos que no las tenían. Obviamente, en un ambiente en que esta nueva capacidad no suponga ninguna ventaja, la formación de la nueva supondría un gasto extra de energía inútil, y por tanto, serían quienes no la tuvieran, los más aptos en esos casos.

Ojo en copa. Patella sp.
Si la superficie en la que se encuentra esta mancha de células se invaginara en forma de copa, proporcionaría a su portador dos nuevas ventajas simultáneas. En primer lugar, cabrían más células y por tanto tendría una mayor sensibilidad. Pero además, la invaginación tendría un efecto secundario directo: la capacidad de percibir direccionalidad. Ahora el animal no solo percibe la luz, sino que percibe sin problemas de dónde procede dicha luz. Podemos encontrar un ojo de este tipo en algunos gasterópodos como Patella.

Ojo de cámara oscura. Nautilus sp.
No es muy difícil el paso siguiente: la formación de una cámara oscura como la que tienen los Nautilus. Simplemente tienes que hacer que la invaginación sea más grande y que los bordes del mismo se aproximen. Esto hace que se puedan llegar a diferenciar siluetas, algo que proporciona una clara ventaja a su portador respecto a los casos anteriores, en los que tan solo podían detectar la fuente de luz.

Sin llegar a salirnos de los moluscos gasterópodos, nos encontramos con el siguiente paso: un ojo en el cual el orificio de la pupila se cubre de una cutícula que proteje y aísla el medio interno del ojo. Esto además incorpora una nueva utilidad: el organismo puede salir del agua y su ojo sigue siendo funcional. Es el caso de animales como por ejemplo el género Turbo. Nuevamente, las ventajas evolutivas respecto al animal anterior son obvias.
Ojo cerrado. Turbo coronatus

Y por supuesto podemos dar el siguiente paso, tal y como encontramos en los calamares o, siguiendo en los gasterópodos, el género Murex: el ojo con lente. La lente, o cristalino, no es sino una nueva estructura con un contenido gelatinoso, que se dispone sobre el orificio de la pupila, que mediante acciones musculares pueden modular la luz.

Esto supone una nueva ventaja: ya no solo ves siluetas, sino que además puedes enfocar y hacer que la imagen sea mucho más nítida.

Ojo con lente. Murex brandaris.
Este ojo de moluscos es homólogo al de los vertebrados, y del mismo modo que puede explicarse de forma evolutiva la formación de este ojo, puede explicarse evolutivamente cómo se formó el ojo de los tetrápodos.

De hecho, la mayor diferencia entre los ojos más complejos de los moluscos y los ojos de los tetrápodos (como por ejemplo los humanos) es la disposición de la retina respecto al tejido nervioso. Mientras que los moluscos tienen la retina dirigida hacia adelante, los tetrápodos tenemos la retina invertida y el tejido nervioso se dispone frente a ella. Eso no supone ningun problema directo, ya que el tejido nervioso es transparente y no obstaculiza la luz, sin embargo, en nuestro ojo el nervio óptico deja un agujero en la superficie retinaria, orificio que conocemos como papila óptica o "punto ciego", algo que no les sucede a los moluscos.

Comparación entre el ojo
de Homo sapiensOctopus sp.
Por otra parte, una retina que adquiera unas células que sean sensibles a distintas longitudes de onda permite una visión en color. Así, mientras que el ojo humano ha adquirido células sensibles a tres longitudes de onda correspondientes con el rojo, el verde y el azul, otros animales disponen de menos, o de más. Hay mariposas y aves que son capaces de ver en una parte muy cercana del espectro infrarrojo gracias a un cuarto tipo de célula cono.

De hecho, existen crustáceos conocidos como estomatópodos que disponen 16 tipos distintos de células fotorreceptoras divididas en diferentes clases, 12 de ellos para el análisis de color, que van desde los ultravioleta-A hasta un infrarrojo muy lejano, pasando obviamente por la luz visible, otro para la intensidad y otros tres que se encargan de analizar la polarización de la luz. La comparación con nosotros, que tenemos tan solo cuatro tipos: tres para el análisis de color y uno más para la intensidad, es inevitable y deprimente.

Odontodactylus scyllarus, un Stomatopoda
Pero las proezas de estos animales no terminan ahí; la imagen en el caso de los Stomatopoda no es procesada por el cerebro, sino por los mismos ojos, que dispone de más de mil ommatidios (las unidades de que se componen este tipo de ojos compuestos); y de hecho, se reconocen en tres zonas independientes del ojo, de forma que un solo ojo ya tiene una visión trinocular, mucho más eficaz en la percepción de profundidad que nuestra clásica visión binocular con los dos ojos. ¡Imagínese el lector lo que podrá ese animal percibir con sus dos ojos, cuando además descubres que pueden reorientarse individualmente y girar hasta 70 grados!

Y todo gracias a la evolución. A veces, la realidad es mucho más fascinante que los cuentos que se puedan inventar.

Pero una de las mejores pruebas que hay de que el ojo humano no fue creado por ninguna entidad inteligente, es que en origen es un ojo que ha nacido en el agua. De hecho, el medio interno de nuestro ojo, el humor vítreo, es acuoso, el contenido gelatinoso del cristalino es también acuoso, e incluso tenemos el requisito de mantener una película constante de solución obviamente acuosa en la superficie de la córnea. La naturaleza acuosa del ojo además supone un problema que la evolución tuvo que solucionar a su modo, que es la diferencia que existe en cuanto a la refracción de la luz del medio aéreo al medio acuoso. La solución fue curvar la córnea para compensar el cambio de refracción de la luz, algo que podéis observar de forma esquemática en la imagen comparativa del ojo del pulpo con el ojo humano.

Y es que la evolución trabaja con lo que tiene.

Si nuestro ojo hubiera sido diseñado para funcionar de forma óptima en un medio atmosférico, se habría diseñado de otro modo: quizá con una cámara oscura llena de aire y con estructuras secas como nuestra epidermis, tal y como nosotros fabricamos nuestras cámaras de foto, mucho más sencillo de mantener y además mucho más eficiente a la hora de ver con precisión. Pero la evolución no se caracteriza por hacer borrón y cuenta nueva, sino que trabaja con lo que ya tiene y simplemente lo modifica y lo readapta a las nuevas necesidades.

Continuará...
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martes, 15 de septiembre de 2015

Explosión de vida


Hola. Si eres un creacionista y te han enlazado este artículo, se debe únicamente a que has mencionado algo relacionado sobre la explosión cámbrica.

Digamos que te has comportado con el mismo patrón que el autor del siguiente tuit:


ACERTIXO
Porque de acuerdo al registro fósil hubo una explosión de vida @Estaseguri cosa que contradice la evolución @VaryIngweion
14/9/15 4:08

A lo que @Acertixo se refiere con «una explosión de vida» es, precisamente, a la que todos conocemos como la gran explosión cámbrica. Por lo visto, hay muchos creacionistas que tenéis una profunda creencia en que la explosión de vida sucedida a principios del período Cámbrico contradice no solo la teoría de síntesis evolutiva, sino el proceso mismo de la evolución biológica.

Pero la realidad no tiene nada que ver con lo que venga escrito en libros sagrados. La realidad es comprobable, demostrable y estudiable. Vamos a estudiar. Y vamos por partes.


1. Cuestión de tiempo


La explosión cámbrica es como se denomina a un fenómeno que observamos en el registro fósil, que muestra un fuerte incremento más o menos repentino de la biodiversidad sucedido a principios del período que conocemos como Cámbrico, que engloba entre los 542 y los 485,5 millones de años de antigüedad. De hecho, el inicio del período viene marcado precisamente por el inicio de este evento de radiación de diversidad biológica.

Efectivamente, este evento radiativo marca una muy brusca transición en el registro fósil, que es además donde aparecen por primera vez los miembros más primitivos de no pocos filos de animales modernos.

El primer problema de los creacionistas es que no entendéis qué quiere decir, en términos geológicos, las palabras «incremento más o menos repentino» o «una muy brusca transición». Y es que no nos estamos refiriendo a días, ni meses ni años. Tampoco hablamos de décadas, ni de siglos (nótese como voy ampliando desde aquí, en rango de órdenes de magnitud). No hablamos de milenios, ni de decenas de milenio, ni siguiera de cientos de milenios. Estamos en el rango de los millones de años, o incluso de las decenas de millones de años.

Para que nos hagamos una idea breve sobre lo que significan estos rangos de tiempo, si el período transcurrido desde donde algunos colocan la hipotética muerte de un tal Jesucristo hasta hoy lo igualásemos a una hora, la explosión cámbrica duró cosa de ocho meses y diez días. Claro que, siguiendo este símil, el evento radiativo de marras habría sucedido hace más de 30 años.

Curiosamente, muchos de vosotros, creacionistas, afirmáis que el planeta no tiene más de tres horas, siguiendo el cambio de escala.
Cuidado con a qué le llamas "instante"

Lo llamamos repentino o brusco porque, en tiempos de escala geológica, fueron procesos muy rápidos. Porque, dicho de otro modo, y siguiendo con el símil de la escala de 2000 años = 1 hora, para los casi 260 años de edad de la tierra (4 543 000 000 años reales) y los más de 200 años de historia de la vida (más de 3 500 000 000 años reales), 8 meses y 10 días (o 12 000 000 años reales) no es sino un instante. Pero eso no significa que sucediera de la noche a la mañana.

Además, me pregunto yo, cómo puede justificar algo así el creacionismo, si es algo que —y ellos mismos reconocen— sucedió hace más de 500 000 000 años (o 30 años según el símil de cambio de escala) cuando la tierra, según ellos, tan solo tiene 6 000 (es decir, 3 horas en el símil). Aún estoy esperando que algún creacionista me aclare este pequeño problema, porque no quiero pensar que simplemente sea un intento de manipular los datos científicos. ¿o no?


2. ¿Creado o surgido?


Obviamente, tampoco salieron de la nada —ni mucho menos de una entidad creadora desconocida—. Es cierto que fue un evento anormalmente rápido en cuanto a radiación evolutiva se refiere, pero su origen no es creativo, divino ni tan siquiera desconocido. Simplemente hay un problema en cuanto al registro fósil se refiere: las conchas y los esqueletos minerales, sean endo o exoesqueletos, todos ellos de relativamente sencilla fosilización, surgen por primera vez —que conozcamos— en la historia de la vida en esta explosión cámbrica. Eso significa que no hemos encontrado ningún fósil anterior que tenga partes lo suficientemente endurecidas. Pero eso no significa que no haya fósiles. Simplemente son animales blandos y gelatinosos, con grandes dificultades para fosilizar adecuadamente —y de mucha antigüedad, por tanto, muy difíciles de encontrar—. Pero existen. 

De hecho, tenemos constancia de que la explosión cámbrica es, como mínimo, el segundo evento de radiación evolutiva que tuvo lugar en la historia de la vida en la tierra. Ya hubo una anterior, cuyo resultado fue la que conocemos como fauna de Ediácara, de donde surgieron entre muchos otros, los Porifera y los Cnidariaademás del extinto gran grupo (¿reino?) de los Vendozoa, el cual muchos consideran un grupo de organismos pluricelulares independiente de los animales, surgido como experimento evolutivo y que se extinguió completamente, junto a muchos otros organismos de esta época durante una extinción masiva.


3. Las formas modernas


Opabinia, un lobopodio.
Muchos creacionistas afirman que allí, en aquella explosión, es donde se desarrollaron todas las formas de vida modernas. Algo que también es falso, obviamente. La frase que he utilizado en la introducción es «los miembros más primitivos de no pocos filos de animales modernos». 

No he dicho «todos», porque hay filos de aparición más tardía, filos de aparición anterior, e incluso filos que aún no sabemos cuándo se originaron.



Tampoco he dicho «los miembros de animales modernos». Hay una matización muy importante. «Los miembros más primitivos». Aparecieron en aquella radiación evolutiva los cordados, sí. Pero ni los reptiles ni los mamíferos, ni siquiera los anfibios existían todavía. Aparecieron los artrópodos, sí, pero aún no había crustáceos, ni insectos ni miriápodos. También en aquella explosión aparecieron organismos que terminaron extinguiéndose sin dejar rastro ni descendencia moderna, como los (parafiléticos) Lobopodia. Hablaremos más de este aspecto más adelante.


4. La evolución acelerada


¿Pero entonces, de qué forma pudieron esos organismos evolucionar tan rápido?

Bueno. Ese "tan rápido" ya hemos visto que no es para tanto, que 12 000 000 años pueden dar para mucho. Más aún si previamente ha sucedido una extinción masiva —que no es que elimine al 100% de la vida como muchos creacionistas aventuran, sino que elimina a una proporción importante—. 

La historia de la vida nos muestra que siempre después de una extinción masiva se produce una radiación evolutiva importante. Los dinosaurios se diversificaron ampliamente justo al concluir la extinción masiva de finales del Triásico. Igualmente, aves y mamíferos tuvieron un fuerte evento de radiación evolutiva tras la extinción de los dinosaurios no avianos a finales del Cretácico. 

Esto sucede porque tras una extinción masiva una enorme cantidad de nichos ecológicos quedan vacíos, y con ello, la invitación a que se produzcan procesos de especiación simpátrida mediante la colonización de esos nichos ecológicos, la especialización de los nuevos colonizadores a esos nichos particulares y la diferenciación y aislamiento genético entre estos y sus vecinos. Algo como lo que el mismo Charles Darwin analizó, catalogó y expuso hace más de 150 años con el ejemplo de los pinzones de las islas Galápagos, sin ni siquiera conocer él mismo las leyes de la herencia.

La vida se abre camino. (Ian Malcom, Jurassic Park)
Del mismo modo, los cambios ambientales que sucedieron entre la era Precámbrica y el período Cámbrico, entre los que se incluyen la fragmentación del supercontinente Pannotia, una glaciación, un aumento de la cantidad de oxígeno, etc., dio lugar a una enorme cantidad de nichos ecológicos nuevos listos para ser colonizados. Y así la vida se abre camino.

Como respuesta a la enorme cantidad de nichos abiertos, una gran cantidad de organismos son ahora potenciales colonizadores. Eso genera una fuerte competencia entre ellos, lo que a su vez conlleva a la aparición de una fuerte presión selectiva para aprovechar al máximo las oportunidades y la búsqueda de un equilibrio ecológico. 

Estados de complejidad
 del ojo en moluscos
También es importante tener en cuenta las distintas modificaciones evolutivas que aparecieron al principio de la explosión, las cuales potenciaron en gran medida el suceso de la misma; por ejemplo, muy al principio ya surgieron las primeras carreras predatorias que continuarán ininterrumpidamente hasta el día de hoy. De hecho, la depredación es uno de los motores de selección —y por tanto, evolutivo— más fuerte.

Muchas otras cosas que se desarrollaron al inicio de esta radiación evolutiva fueron los distintos tipos de conchas, endo y exoesqueletos, una importante cantidad de órganos sensoriales sobre todo los relacionados con la visión —que evolucionaron de forma convergente y prácticamente simultánea en varios grupos independientes—, e incluso aparecieron las mandíbulas, hablando de ellas desde un aspecto amplio, tanto las filtradoras de los primeros cordados como las que funcionaban como sistemas de ataque de organismos tan peculiares como Anomalocaris. Todas estas nuevas especializaciones funcionaban bien como formas de defensa o de ataque, o bien como ambas, fomentando no solo el aspecto de competencia sino también la carrera armamentística de depredadores y presas. 

Anomalocaris, uno de los primeros grandes
depredadores de la historia de la vida.
No dejó descendencia conocida.
La combinación de la aparición de una gran cantidad de nichos ecológicos vacíos, con los cambios ambientales sucedidos, y con el nuevo sistema de selección mediante las relaciones depredador-presa, inexistentes hasta entonces, nos encontramos con una presión selectiva de una magnitud jamás conocida hasta entonces.

Todo esto supuso una retroalimentación positiva: los avances evolutivos produciendo mayor presión selectiva, la cual produce nuevos avances evolutivos. Una retroalimentación cíclica que solo tiene un camino inexorable: la rápida formación de nuevas formas, digamos, "experimentales", y por tanto, la consabida explosión o radiación evolutiva. 

De hecho, se postula que en aquella época los artrópodos tenían una tasa de desarrollo referente a las modificaciones genéticas unas 5,5 veces más rápidas respecto a las actuales, lo que supone que la evolución que podría haber sucedido de forma norma en un período de 165 000 000 años, quedaba reducida a tan solo 30 000 000.


5. La redundancia evolutiva


¿Y si la evolución es ciega, cómo es que aquellos organismos nuevos tuvieron tanta suerte?

No la tuvieron. De toda la variabilidad de formas que surgieron durante la explosión cámbrica, casi ninguna perduró hasta hoy. De todas las variaciones que surgieron, solo algunas perduraron lo suficiente. Y de aquellas que se mantuvieron durante varios millones de años, muy pocas formas resistieron los siguientes cambios. 

De los 39 filos de animales considerados que existen a día de hoy, con toda seguridad al menos 11 de ellos surgieron durante la explosión cámbrica. Algunos de ellos, como los ya mencionados Porifera o los Cnidaria, surgieron antes, durante el Precámbrico, como ya hemos comentado. De los nueve filos considerados mayores, como mínimo ArthropodaChordataMolluscaEchinodermataPlatyhelminthes y Annelida, y probablemente también Nematoda y Ctenophora, surgieron todos antes o durante la radiación evolutiva del Cámbrico, además de otros filos menores como OnychophoraHemichordata y probablemente Tardigrada, por ejemplo. 

De todos ellos, los que tuvieron el mayor éxito fueron los artrópodos, que se alzaron rápidamente como los dueños del cotarro, y se mantuvieron así durante... bueno. Según lo que consideremos como «dueños del cotarro», algunos biólogos dirían que hoy aún siguen siéndolo.

Sin embargo, hubo muchas más formas que se quedaron por el camino, y no solo hablamos de filos como el ya mencionado Lobopodia, los Vetulicolia,  o el incertae sedis género Amiskwia, sino muchos otros grupos dentro de los filos antes mencionados: dentro de los artrópodos, los Megacheira, los Trilobitomorpha, los Canadaspidia o los Hyolitha; dentro de los cordados, los Myllokunmingiida o los Ostracodermi; o dentro de los moluscos, los Nectocarida. Y solo por poner unos pocos ejemplos.

Una ventana al cámbrico. Fuente.
En general, fueron muy pocos grupos de animales los que, aparecidos en aquella explosión evolutiva, triunfaron a largo plazo. Y no fueron los animales propios del cámbrico los que realmente sobrevivieron, sino sus descendientes que, evolutivamente, fueran adaptándose a los ulteriores acontecimientos. Si tuviéramos la capacidad de abrir una ventana al cámbrico y observar la fauna que allí había, no encontraríamos casi nada ni remotamente parecido a algún organismo vivo hoy en día, más allá de algún gusano, esponjas, corales y medusas.


En resumen 


La explosión cámbrica sucedió a lo largo de unos 12 000 000 años. No fue un acontecimiento repentino en cuanto a que sucediera de un día para otro, sino que supuso un proceso evolutivo, rápido, sí, pero a escala geológica.

Tampoco fue un evento creativo: ya había animales antes del cámbrico. La evolución no fabrica cosas nuevas, sino que toma lo que hay y simplemente lo modifica. 

Tampoco es cierto que todas las formas modernas surgieran en el Cámbrico. Surgieron los organismos más primitivos que, posteriormente y mediante procesos evolutivos, dieron lugar a buena parte de las formas modernas, eso sí. Pero hay formas actuales que tienen un origen anterior, como las medusas y las esponjas, y otras formas que tienen un origen bien posterior.

Tampoco sucedió a una velocidad imposible. Los motivos por los que se produce la explosión a tan acelerado ritmo son la enorme cantidad de nichos ecológicos libres, y una presión selectiva muy fuerte, reforzada además por la retroalimentación positiva causada por la aparición de nuevas estrategias ecológicas que fomentaban la competencia y por la recién aparecida relación de depredador-presa. Pero el proceso evolutivo, si bien fue más rápido de lo habitual, sigue estando dentro de lo físicamente posible.

Ni tampoco todas las formas tuvieron éxito al final. De hecho, la formación de diversidad fue muy redundante, y de todas las formas de vida que surgieron en aquella explosión, fueron muy pocas las que consiguieron avanzar y permanecer, habiéndose extinguido la mayoría.

De modo que la próxima vez que algún creacionista diga algo de la explosión cámbrica, estaría bien que le enlazaras este artículo.


...

Me fascina que digan que la tierra tiene 6 000 años, pero que luego aseguren que 12 000 000 años sean "un instante". En serio. Me resulta fascinante.
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martes, 8 de septiembre de 2015

La henna mejor parda que negra

Falso tatuaje hecho con alheña. Fuente.
Es tiempo de fiestas en muchas ciudades. Con ellas vienen las ferias y los mercados, y con ellos, siempre, vienen los puestos de tatuajes temporales con henna.

La henna o alheña, es un pigmento de origen natural empleado con frecuencia como tinte para el cabello, y que también tiene un efecto por todos conocidos: deja una marca pigmentaría en la piel que suele durar cuatro o cinco días, aunque a veces tarda hasta dos semanas en desaparecer. No es un verdadero tatuaje, pues no se aplica el pigmento en capas profundas de la piel, sino que tan solo se tiñe la superficie de forma no invasiva.

Lawsonia inermis. Fuente.
El pigmento de alheña se obtiene de la hoja y del peciolo de la planta del mismo nombre, que científicamente se designa como Lawsonia inermis. El color del pigmento varía en función de las condiciones ambientales en que se haya desarrollado la planta, y puede variar desde beige claro, pasando por tonos rojos hasta marrones. Ese color también varía en función del nivel de oxidación del pigmento una vez aplicado —tiende a oscurecerse en los dos primeros días— y de la zona del cuerpo en la que se aplique; cuanto más gruesa y menos grasa sea la piel, más oscuro será el tono del falso tatuaje.

El producto es inocuo y no se ha citado nunca ningún tipo de reacción alérgica.

Pero eso solo vale con la alheña de verdad.

Hay otras.

La llamada "henna negra", tiene mucha más fuerza pigmentaria, la marca es mucho más duradera, y además es de un profundo color negro azabache, lo que la hace mucho más visible al generar un contraste más marcado respecto al color de la piel.

La henna negra se obtiene de añadir al extracto de alhenna una sustancia denominada parafenilendiamina (PPD), que ennegrece y aporta brillo al pigmento y además, favorece su fijación y abarata sus costes. Todo ventajas. La PPD es un producto ampliamente usado en productos de tinte capilar, y también en productos textiles y cuero, además de tintas y pinturas.

Pues no.
Un Ché bastante demacrado. Fuente.

Y no es porque "no sea natural, que esté adulterado por productos químicos artificiales" como dicen muchos. En realidad, que la molécula sea de origen natural o artificial no importa. Lo que importa es la naturaleza química de esa molécula, y la dosis aplicada.

Resulta que, aunque se emplea en muy bajas concentraciones en algunos productos de tinte capilar —el pelo es tejido muerto y la concentración es suficientemente baja como para afectar negativamente al cuero cabelludo—, la PPD es un producto que está prohibido para su uso cosmético sobre la piel. Y lo está por su enorme propensión a generar alergias cutáneas graves y sensibilización. Esa sensibilización es crucial, dado que si el afectado vuelve a entrar en contacto con la sustancia, incluso aunque sea por el tinte de la ropa, puede desarrollar reacción.

Pero no solo eso. Hay más. La persona sensibilizada puede llegar a sufrir reacciones alérgicas graves con algunos medicamentos como las sulfonamidas de algunos hipoglucemiantes o antimicrobianos, el ácido paraaminobenzoico de algunos fotoprotectores, y algunos tipos de antihistamínicos. Casi nada.
Otros desagradables efectos. Fuente

Así pues, quiero concluir el artículo con una advertencia muy simple: cuidado con lo que te echas en la piel. No prestes atención a los anuncios de "natural" o "sin químicos", lo realmente importante es la composición de aquello que te eches, no su origen. Y la composición de la henna negra no te conviene.

Si queréis más información, podéis consultar esta entrada del blog Dermapixel.

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