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viernes, 20 de septiembre de 2013

De toros, vegas, lanzas, piedras, Televisión Española y… Mariló Montero

Hace unos días, como muchos sabréis, se ha celebrado el mal llamado torneo del Toro de la Vega, en la  vallisoletana localidad de Tordesillas.
Vulcano, planeta de Star Trek.

El astado, de nombre Vulcano, como el planeta ficticio de Star Trek, cayó más rápido de lo que lo hizo dicho planeta a manos del romulano Nero en la penúltima película de la conocida saga. Menos de cinco minutos después de entrar en la vega, y habiéndose llevado por delante a dos personas, el bóvido ya estaba doblando sus rodillas, atravesado por una lanza a nombre de David Rodríguez. Y fiesta y jolgorio para todos, sobre todo para el tordesillano, que es un héroe. Y cualquiera, según el reglamento del Toro de la Vega1, podrá revolcarse en la sangre de la bestia. Me refiero al toro, no a ninguno de los dos mozos heridos por asta de toro, que fueron ingresados en estado grave. ¡Por Dios santísimo y la Santísima Trinidad! Revolcarse en la sangre de dos pobres personas que han sido heridas por la bestia sería inhumano. Pero revolcarse en la del toro, oh, eso téngase en buen orden, téngase.

Para los pocos que no sabéis lo que es eso del Toro de la Vega, que probablemente seáis sólo algunos de los extranjeros que me leen, que sé que sois unos cuantos, os lo contaré.

El mal llamado torneo del Toro de la Vega es una actividad que se realiza en el marco de las fiestas de un pueblo perdido en medio de la meseta norte de la península ibérica, que se basa en la «noble» batalla entre la bestia —representada por un maremágnum de personas, caballos y lanzas— y un toro. El toro es liberado en el pueblo, es dirigido pacíficamente a la vega, y allí se le lancea hasta la muerte. Sí, con lanzas, como leen. Hay una norma —que nadie se molesta en explicar al toro, aunque de poco serviría, imagino yo— y es que si pasa una supuesta linea límite, éste es indultado. Aunque como se ha visto en anteriores ediciones del festival en cuestión —ejem, 2012, ejem—, poco importa que el toro supere ese límite; se le mata igual. Lo único que pasa es que el premio de matarlo no se reconoce, porque está fuera de los límites del juego. Pero eso al toro le da igual. Claro. ¿Qué oportunidad tiene el toro de salir vivo de eso? Ninguna. Es un animal.

Una lanza. De una tienda de disfraces.
¿Acaso los lanceros no son igual de animales? Pues no queda claro. Muchos dicen ser personas, que debe de ser para ellos algo más… digno, honorable o superior a ser un animal. Para mi, no solo son igual de animales, sino que desbordan cobardía, repugnancia y estupidez. Pero eso es solo mi opinión.

Vale. Y una vez muere, aparte de revolcarme en su sangre, ¿qué puedo hacer? Pues si has sido el afortunado ganador, tienes derecho, según las ordenanzas del reglamento2, una vez más, a llevar colgando en tu lanza los cojones y el rabo (el de atrás, el peludo, no el otro, eso sería una obscenidad) del toro. Aparte de la sangre y esos trofeos, el cuerpo del toro no debe tocarse.

¿Y quién puede participar en el mal llamado torneo? Las normas no lo dejan claro. Por lo visto podría participar cualquier criatura del Universo capaz de empuñar una lanza. Sí, del Universo. Es una tradición centenaria (o milenaria, según alguna que otra periodista de la primera de TVE, ya sabéis de quién hablo) pero amablemente tiene en cuenta a cualquier posible visitante de otro planeta, ya que el tercer artículo del capítulo V indica que puede participar «cualquier varón o hembra del mundo y aún del Universo». Así que, independientemente de ello, si yo entreno a un chimpancé para utilizar adecuadamente una lanza, nadie puede impedirme que éste participe, ¿no?

Pues esta preciosidad de fiesta además, resulta que es una Fiesta de Interés Turístico. Es como un «pasen y vean como nos cargamos a este toro». Supongo que esta fiesta debería estar en un puesto bien alto de la Marca España… aunque extrañamente no lo encuentro ahí. Qué lástima. Después de los despropósitos a científicos, dibujantes, y demás españoles en el extranjero…

El caso es que lo que dicen que es una lucha entre iguales, se convierte en un linchamiento de cientos o según qué fuentes consultes, miles de personas con sus cientos o miles de lanzas y unos cuantos caballos, contra un astado, asustado y huidizo animal.

Si quisieran que fuera una verdadera lucha entre iguales, ¿no sería lógico poner a un toro por cada valiente mozo que se apunte? ¿Y no sería coherente que en vez de una larga lanza, se les diera a los bizarros un par de estacas? Son al fin y al cabo esas las únicas armas que el toro es capaz de utilizar. Eso sería un combate justo. Y más justo sería que, así como el humano que mata al toro es premiado y bañado en sangre y ovación, del mismo modo sea premiado al toro que mate a un humano. Supongo que la sangre al toro no le gustará tanto, pero seguro que no hace ascos a un par de buenas hembras. Y por supuesto, que pueda el toro lucir, si lo desea, los testículos y el rabo del humano al que ha matado. ¿No sería eso lo justo? ¿No sería entonces cuando estaríamos hablando de igualdad de condiciones?

Pero nadie puede proponer algo así, por supuesto. Ni tampoco se puede poner en duda que se celebre. Aunque ya se presentaran 71000 firmas en el año 2012 y otras 85000 este año, y una carta a Bruselas buscando la abolición de tal barbarie. Pero claro. A todo aquel que esté en contra de la fiesta puede que le llueven piedras, y termine como la joven que ha acabado en el hospital con una herida en su cabeza.

Y por supuesto, ¡la fiesta taurina es algo que hay que celebrar! y por eso lo transmitiremos en directo, como no, en Televisión Española.

Y claro, por supuesto, aparece inmediatamente en la Televisión NODO Española un debate que elocuentemente titulan «Toro de la Vega sí, Toro de la Vega no». En el bando A, con calzones verdes, nos encontramos con Laura Duarte, la portavoz del Partido Animalista, y en el bando B, con calzones rojigualda, nos encontramos a Jesús Gonzalez Requena, profesor de la Complutense, que es uno de aquellos diez académicos que salió a defender esta barbaridad. ¿Profesor de qué? ¿Veterinario? ¿Biólogo? Supongo que habrán cogido al menos a una autoridad para hablar del tema. Vale. Licenciado en psicología y catedrático en comunicación audiovisual. Bravo.

En el video, que podéis verlo aunque os lo podéis ahorrar, se desborda la demagogia. Sacan a relucir temas como que los antitaurinos tampoco quieren la muerte de animales «para hacer medicinas, ni para hacer alimentos, ni para hacer vestimenta». Señorita, tal vez haya personas que crean eso, pero le garantizo que es una minoría. Hay que diferenciar entre matar animales por necesidad y matar animales por amor al «arte». Y ahora vendrán veganos a decir tonterías, también. Pues damas y caballeros, sin el uso de animales para la investigación médica, nuestra esperanza de vida sería mínima; sin alimentos de origen animal no podríamos sobrevivir (por muchos motivos incluyendo la ausencia de nutrientes esenciales, por ejemplo), y ya que los animales mueren para cubrir necesidades imperativas, no sé qué tiene de negativo aprovechar lo que no podemos comer para fabricar otras cosas, como cuero. Vamos, que ni tanto, ni tan calvo.

Y lo que no podía faltar. Vuelve el señor académico a decir estupideces como que «los toros se habrían extinguido si no fuera por el amor que les procesan los taurinos» y varias falacias similares. Por supuesto, y con mucho cuidado de no caer en un hombre de paja, dejar de tirar la cabra del campanario concluiría en la extinción de la cabra y eliminar las peleas de gallos y perros provocaría la extinción del gallo y del perro. Y claro, como el mundo es violento, necesitamos «canalizar la violencia». Y por supuesto, termina pidiendo «que a la gente de Tordesillas les dejen en paz vivir sus fiestas». Pues nada. Me pondré a lancear taurinos en mi casa; y que a los que vivimos en mi casa nos dejen en paz vivir nuestras fiestas.

Entre medias, durante la comunicación con Tordesillas, hay un cántabro que asegura que lo de la lanza está «bien, es una tradición y yo creo que las tradiciones no se deben de perder [sic]». Y yo me permito recordarle al joven señor si en algún momento termina por leer mi artículo, que también era tradición arrojar a los cristianos a una arena llena de leones. Y que de toda la vida los aztecas arrancaban el corazón a sus aún vivos esclavos.

Mariló Montero.
Y la señora presentadora del programa, mi querida Mariló Montero, aquella que dijo esas gilipolleces sobre el alma, ¿la recordáis? Ella, aparte de que tan solo usa el calificativo de «fiesta» o «celebración» para referirse a las torturas injustificadas, se posiciona de forma directa, y contra todo lo que podría ser previsible de cara a un MODERADOR, a favor del mal llamado torneo.

«Torneo». Otra palabra que sigue saliendo una y otra vez. Mariló Montero lo dice en una ocasión. «Es un torneo». Y para ello he acudido al diccionario de la Real Academia. Ya sabemos que yo no me fío mucho de los académicos de la RAE, pero en este caso y a falta de un lugar mejor donde consultar, voy a buscar la definición descriptiva del término según ellos.
torneo.
1. m. Combate a caballo que se celebraba entre dos bandos opuestos.
2. m. Fiesta pública en que se imitaba ese combate.
3. m. Cualquier tipo de competición.
4. m. Danza que se ejecutaba a imitación del torneo, llevando varas en lugar de lanzas.
5. m. Dep. Serie de encuentros deportivos o de juegos en los que compiten entre sí varias personas o equipos que se eliminan unos a otros progresivamente.
La primera acepción no es aplicable, ya que aquí uno de los bandos no tiene caballo ni lanza. La segunda tampoco es aplicable, por extensión. La cuarta y la quinta, ídem.
Me quedaré con la tercera. ¿Competición? Una competición es una rivalidad entre quienes buscan una misma cosa. Dado que, sobre el papel, hay opciones de que el toro sea indultado —y por tanto, existe la opción teórica de que el toro "gane", tampoco veo que sea una competición, pues no se busca la misma cosa. Un bando busca matar al toro, mientras que el otro, que es el propio toro, solo busca sobrevivir.

Pues no. No es un torneo, no al menos como lo define el DRAE.

Otra palabra que utilizan muy a menudo es la de «arte». Podemos consultar el DRAE de nuevo, que no encontraremos ninguna referencia artística en maltratar, ensañarse y matar a un animal inocente. Intento recordar las que llamaban antes las «siete artes»… ¿Cuales eran? la literatura, la pintura, la escultura, la arquitectura, la música, la danza y el cine, ¿no? Lo más parecido sería la danza, pero no recuerdo yo ningún baile que termine con uno de los participantes necesariamente muerto. Tampoco, preguntando, he encontrado ni una sola academia, escuela ni facultad de arte, bellas artes ni historia del arte, que tenga la tauromaquia por asignatura.

Una obra de consulta.
Por cierto. Otro doble juego que lleva la señora Montero (o señorita, ni idea tengo de si está desposada o no, pero si lo está, la que le habrá caído al pobre hombre) es el del dichoso manifiesto. Los que proclaman el derecho de la mal llamada fiesta acreditan tener una lista de diez académicos que la defienden. En varias ocasiones hace doña M.M. referencia a dicho manifiesto, mostrándolo a cámara constantemente, mientras que se olvidan de la lista de 92 académicos que salió en un tiempo récord de menos de 24 horas. Que tanto se olvidan que cuando Duarte lo saca a relucir, de repente los manifiestos no valen para nada. ¡Pues vaya!


1. Capítulo IV Art. 13º Todo torneante tiene derecho a embadurnarse con sangre del toro, en el caso de que fuera muerto dicho toro. Y entiéndase esta antiquísima costumbre como símbolo de haber participado en el torneo. Y téngase buen orden en el caso.
2. Capítulo V Art. 11º Que se otorgue al lancero que hay dado muerte al toro los testículos y rabo de dicho toro para que los sube dicho lancero prendidos en su lanza.

2 contribuciones:

J. A. G. dijo...

Antes de nada, decir que yo también estoy en contra de la celebración de este... ¿evento? También estoy de acuerdo en todo lo demás. Me ha parecido una buena entrada, y le doy mi enhorabuena.

Pero una puntualización... A mí me parece que la tercera acepción de «torneo» sí es aplicable. Solo que los bandos no serían «humanos contra toro», sino humanos, todos contra todos, compitiendo por ver quién mata al toro, que no es un bando per se. Porque se premia al que consigue este objetivo, no a todos los participantes, como si fueran todos integrantes del mismo bando, ¿no?

Vary Ingweion dijo...

Cogido a un trío como un bando, porque teóricamente puede ganar, según esa norma que nadie le explica de que si sale del límite es indultado... En el siglo XX ocurrió dos veces.

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